Festival de Viña: escenario desde el humor para entender Chile

Mendiburo foto 02Andrés Mendiburo-Seguel, profesor asociado Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello.

El Festival de Viña del Mar no solo ha sido un escenario para la entretención, sino también un espacio que nos ayuda para poder entender a Chile. En ello, son posiblemente las rutinas cómicas las que más podrían decirnos sobre nuestro país.

En 2016, luego de algunas rutinas muy cargadas políticamente, las reacciones fueron inmediatas. Algunas figuras políticas hablaron sobre cómo la libertad de expresión no implicaba ser irrespetuoso con las instituciones, mientras otros hipotetizaban sobre los efectos que este humor podría tener sobre las personas y, por ejemplo, su respeto a las instituciones y los políticos.

Sobre esto último, lo cierto es que el humor no es un gran movilizador social. Como dijo el académico irlandés Christie Davies, “el humor no botó el muro”.

Un aporte para esta discusión fue el que realizamos con el académico de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, Gonzalo Serrano, en un estudio publicado el año pasado en la revista Comunicación y Medios. En él, analizamos 73 rutinas del festival viñamarino, entre 2000 y 2019 utilizando procesamiento de lenguaje natural, un área de las ciencias de datos, computación e Inteligencia Artificial que permite interpretar el texto o habla humana.

Ese análisis mostró una tendencia clara: con el tiempo, las emociones positivas en los discursos humorísticos disminuyeron, mientras que el enojo y la crítica a la política aumentaron. Asimismo, la correlación entre estos temas en las rutinas y la desconfianza en las instituciones fue altísima.

¿Fueron entonces los comediantes quienes con sus rutinas indujeron al estallido social? Evidentemente no. En tiempos de crisis y desconfianza, el humor fue una herramienta de denuncia que canalizó la frustración que muchas personas sentían. Los comediantes no causaron el estallido, sino que plasmaron el malestar social que finalmente llevó a éste.

En base a esto, recomendaría a las autoridades no ser tan graves respecto a las rutinas, sino tratar de entender al pueblo que se manifiesta en esos chistes.

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