Con alta convocatoria y gran entusiasmo estudiantil, la Universidad Católica de la Santísima Concepción se convirtió en pionera en las regiones del Biobío y Ñuble en la práctica universitaria de esta disciplina colectiva que promueve la colaboración y la integración.
La Universidad Católica de la Santísima Concepción celebró con éxito el primer campeonato universitario de Kin-Ball, “Kin-Cero: juega sin riesgos”, organizado por la Unidad de Deportes de la Dirección de Apoyo a los Estudiantes (DAE), la Unidad de Identidad Católica y la Federación de Estudiantes (FEUCSC).
La iniciativa se enmarcó en el programa Cero riesgos de la DAE y logró reunir a 45 estudiantes de distintas carreras, distribuidos en nueve equipos mixtos. El torneo destacó por el espíritu de respeto, sana competencia y trabajo colaborativo que caracteriza a esta disciplina.
Alejandra Cabezas, especialista de la Unidad de Deportes y encargada del equipo de Kin-Ball UCSC, valoró la alta recepción de la Comunidad Universitaria, resaltando que “este encuentro fue recibido con gran entusiasmo por nuestro estudiantado, demostrando que el deporte es también un espacio de fraternidad y crecimiento personal, en sintonía con nuestra Identidad Católica. El Kin-Ball se transformó en una oportunidad única para que nuestras y nuestros estudiantes lo conozcan, lo disfruten y lo vivan como una experiencia de unidad y compromiso perfecto para complementar la vida universitaria”.
La coordinación entre las distintas unidades de la UCSC, junto a la Vocalía y el equipo de Kin-Ball, fue clave para llevar adelante la jornada. Con ello, la Universidad no solo fortaleció su vida estudiantil, sino que además marcó un precedente al posicionarse como pionera en el desarrollo universitario de este deporte en la zona.
“La UCSC forma con verdadero horizonte de integración, visión que se funda en una perspectiva de totalidad sobre la persona humana; donde la excelencia disciplinar se potencia y complementa con la promoción de los valores y el cuidado de los unos a los otros propiciados por el deporte”, comentó Alex Muñoz, jefe de la Unidad de Identidad Católica.
El Kin-Ball, disciplina de origen canadiense, se juega con una pelota gigante y equipos mixtos de tres integrantes, lo que lo convierte en un deporte inclusivo que requiere comunicación, coordinación y confianza mutua. Estas características lo han transformado en una alternativa innovadora para fomentar la integración estudiantil y el trabajo en equipo.
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