Conocer las enfermedades genéticas más frecuentes en razas específicas y realizar controles veterinarios regulares es esencial para garantizar una vida más saludable para las mascotas.
Muchas de las enfermedades más comunes en perros de raza no son producto del azar, sino de su genética. La cría selectiva ha logrado fijar en ellas características deseables, al mismo tiempo que problemas de salud hereditarios, es decir que se transmiten de generación en generación, que los dueños deben conocer y manejar adecuadamente.
La displasia de cadera en pastores alemanes, los problemas cardíacos en dóbermans o las dificultades respiratorias en bulldogs son solo algunos ejemplos de cómo la genética influye en la salud de nuestras mascotas. Leslie Poblete, directora del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Andrés Bello en Concepción, advierte sobre la relevancia de ser conscientes de la salud genética de nuestros animales. “Si estas enfermedades no se detectan a tiempo, pueden afectar seriamente la salud y calidad de vida de nuestros perros”. En este contexto, agrega, la identificación temprana es crucial.
En razas como el Pastor Alemán, el Labrador Retriever y el San Bernardo, la displasia de cadera es una de las enfermedades más comunes, caracterizada por la malformación de las articulaciones de la cadera, lo que provoca dolor y dificultad en el movimiento. Por otro lado, la atrofia progresiva de retina (APR) afecta a razas como el Caniche y el Border Collie, ocasionando una degeneración lenta de la retina, que puede llevar a la ceguera.
En otros como el Dóberman, el Bóxer y el Schnauzer, la enfermedad de Von Willebrand, un trastorno de coagulación sanguínea, es otro de los trastornos genéticos a tener en cuenta. “Este tipo de trastorno puede provocar hematomas e incluso sangrados espontáneos”, explica la Dra. Poblete.
En Dálmatas y el Bull Terrier, se presenta la sordera congénita, una pérdida auditiva que puede ser detectada desde el nacimiento, y en razas más pequeñas como el Pomerania, Chihuahua y Yorkshire Terrier, es frecuente la luxación de rótula, que causa dolor intermitente y cojera debido al desplazamiento de la rótula.
Otro problema significativo es la miocardiopatía dilatada, común en el Dóberman y el Gran Danés, donde un defecto en el músculo cardíaco reduce la capacidad de bombeo del corazón, provocando dificultad respiratoria y otros síntomas.
“En los últimos años, se ha experimentado un aumento en la conciencia sobre la salud genética de los perros”, observa Poblete. Este cambio en la actitud lo atribuye al trabajo conjunto entre organizaciones protectoras, criadores responsables y veterinarios, quienes han promovido una mayor educación y conciencia sobre la importancia de la salud genética.
Tenencia responsable
Para Poblete es fundamental que los propietarios de razas propensas a enfermedades hereditarias se informen con su veterinario sobre las predisposiciones genéticas de sus mascotas. Además, al adquirir un perro de raza, es recomendable realizar pruebas genéticas específicas para detectar posibles portadores de enfermedades hereditarias. En caso de provenir de criadores es preciso que “documenten la salud genética de sus perros e implementen medidas preventivas activas”, destaca la veterinaria.
Los veterinarios regulares y las pruebas genéticas permiten detectar signos tempranos de enfermedades y actuar oportunamente. “Un ejemplo común es la displasia de cadera, que puede prevenirse mediante controles radiológicos tempranos”, agrega Poblete.
Las tendencias actuales en salud animal están apuntando hacia una mayor adopción de programas de selección genética responsable. “La incorporación de pruebas genéticas en los procesos de cría, en línea con las recomendaciones internacionales, está siendo cada vez más común”, concluye Poblete.
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