En Chile existen entre 4 y 7 camas de hospitalización psiquiátrica por cada 100.000 habitantes, pero en regiones como Biobío la cifra es aún menor, lo que pone en jaque la salud mental de quienes enfrentan crisis graves.
La salud mental sigue siendo una deuda pendiente en Chile y particularmente en regiones como Biobío, donde se estima un déficit del 20% al 30% en camas hospitalarias psiquiátricas respecto a los estándares internacionales. Esta situación alarmante impide entregar una atención oportuna y segura a personas que enfrentan cuadros graves de salud mental, como psicosis, intentos suicidas o crisis derivadas del consumo de sustancias.
“La hospitalización no debería ser la primera opción, pero cuando es necesaria y no hay disponibilidad, los pacientes pueden correr riesgos significativos, incluyendo el riesgo vital”, advierte la Dra. Nathalie Navarro, psiquiatra del Grupo Cetep. “Este déficit compromete no sólo el bienestar de las personas, sino también la capacidad del sistema para responder adecuadamente ante emergencias de salud mental”.
A nivel nacional, Chile cuenta con una tasa de hospitalización psiquiátrica de entre 4 y 7 camas por cada 100.000 habitantes, una cifra por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Esta brecha es aún más pronunciada en regiones, donde la distribución de camas y recursos humanos especializados es muy inferior a la de la Región Metropolitana. En Biobío, por ejemplo, las unidades de corta estadía están disponibles sólo en el sistema público, mientras que el sector privado carece completamente de esta alternativa.
Riesgos de la falta de camas
Los cuadros que requieren con mayor frecuencia hospitalización son aquellos asociados a síntomas psicóticos agudos, trastornos del ánimo severos con riesgo suicida, crisis por consumo de sustancias y descompensaciones conductuales graves. Sin una intervención adecuada, los pacientes pueden experimentar un agravamiento sostenido de sus síntomas, cronificación del cuadro e incluso desenlaces fatales.
Frente a la falta de camas, el sistema ha buscado alternativas como la hospitalización diurna y el fortalecimiento de la atención ambulatoria. Sin embargo, estas estrategias no siempre son suficientes. Los especialistas recomiendan hospitalización diurna ya que permite mantener al paciente en su entorno, pero no sustituye la necesidad de contar con camas suficientes para internación cerrada en casos agudos.
A esto se suma un problema estructural: la escasez de profesionales de salud mental en zonas rurales y alejadas, lo que limita aún más el acceso a atención oportuna. “Aunque la infraestructura en Concepción es mejor que en otras regiones, aún hay importantes brechas en la expansión de la red comunitaria, especialmente en los Centros de Salud Mental (COSAM), que siguen siendo insuficientes”, agrega el especialista.
Desde una perspectiva de salud pública, la solución exige un enfoque integral, que incluya mayor inversión en infraestructura, más formación de profesionales especializados, integración real de la salud mental en el sistema de salud y campañas que combatan el estigma. “No podemos seguir viendo la salud mental como un tema secundario. Se requiere una transformación profunda del modelo, que pase de lo reactivo a lo preventivo”, concluye la Dra. Navarro.
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