La práctica regular de actividad física no solo fortalece huesos y músculos, sino que también estimula la liberación de hormona del crecimiento, mejora la coordinación motora, fortalece el sistema inmunológico y contribuye a la prevención de enfermedades crónicas desde edades tempranas.
En medio de las preocupantes cifras de sedentarismo infantil en Chile, los especialistas destacan la importancia del deporte como un factor clave para la salud en general de los niños, niñas y adolescentes, así como para estimular el crecimiento físico y su desarrollo emocional y social en esta etapa crucial de la vida.
Así, la práctica regular de actividad física no solo fortalece huesos y músculos, sino que también estimula la liberación de hormona del crecimiento, mejora la coordinación motora, fortalece el sistema inmunológico y contribuye a la prevención de enfermedades crónicas desde edades tempranas.
“El deporte y la actividad física van a influir de forma positiva en el crecimiento, básicamente por dos factores. El primero, tiene que ver con la ganancia de masa muscular. Sabemos que si un niño gana masa muscular puede predisponer a mejor estatura. Y, en segundo lugar, porque el deporte constante, moderado y frecuente va a producir una mejor liberación de hormona del crecimiento. Por lo tanto, motivar al niño para que haga ejercicio es positivo para su crecimiento en longitud”, destaca la doctora Carolina Loureiro, endocrinóloga pediátrica de Endoplus.
Para optimizar el crecimiento de los niños, la especialista médica plantea que también existen otras iniciativas que se deben implementar por su impacto directo en el bienestar de este grupo: tener una alimentación saludable que sea variada y que incluya todos los tipos de nutrientes; un sueño que sea de calidad y de al menos ocho horas porque la hormona del crecimiento se produce en mayor cantidad durante la noche; la existencia de un entorno emocional adecuado y que permita el óptimo crecimiento y desarrollo durante la niñez.
Para los especialistas, el deporte debe ser considerado una política prioritaria de salud pública, ya que cada hora de actividad física en la infancia se traduce en adultos más sanos y productivos. Por ello, en esa línea, las recomendaciones son:
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Realizar 60 minutos diarios de actividad física: se recomienda que los niños realicen al menos una hora de ejercicio moderado o vigoroso cada día.
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Fomentar deportes colectivos: disciplinas como fútbol, básquetbol o voleibol ayudan al desarrollo físico y a la integración social.
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Acceso a infraestructura deportiva pública: parques, multicanchas y ciclovías deben ser parte del debate para su implementación.
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Reducir el tiempo frente a pantallas: limitar el ocio digital a un máximo de dos horas diarias, según la OMS.
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Programas escolares de nutrición y deporte: combinar alimentación saludable con actividad física es la fórmula más efectiva para estimular el crecimiento y prevenir otros temas preocupantes como la obesidad infantil.
De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Actividad Física, sólo el 26,4% de las personas, entre los 5 y 17 años, son activas físicamente, lo cual revela que el sedentarismo debe ser un tema de gran preocupación en el país porque más del 70% de los niños y adolescentes no cumplen con las recomendaciones de al menos 60 minutos de actividad física diaria.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo consiste en realizar actividades de bajo gasto de energía mientras se está despierto, como sentarse, reclinarse o tumbarse. En los niños y adolescentes, se plantea que el aumento del sedentarismo se asocia con los siguientes efectos negativos en la salud: aumento de la grasa corporal; deterioro de la salud cardio metabólica, la forma física y el comportamiento prosocial; y reducción de la duración del sueño.
La inactividad y hábitos de vida no saludables son perjudiciales para el crecimiento infantil y también pueden ser factores importantes para condiciones que los afecten en su adultez o predecesores de condiciones como la obesidad. En Chile, un reciente estudio de la OCDE determinó que la prevalencia de obesidad es del 31% en la población sobre 15 años, cifra muy por encima del promedio de los países OCDE (19%), y en un contexto en el que se espera que esta estadística siga con una tendencia al alza.
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