La reciente columna de Carlos Cruz plantea la urgencia de contar con puertos capaces de recibir buques Post Panamax. Nadie discute esa necesidad. Pero la pregunta de fondo es otra: ¿De qué sirve tener un megapuerto si seguimos operando con permisología del siglo XX, datos fragmentados y cadenas desconectadas?
Chile no necesita solo más infraestructura; necesita inteligencia logística. La competitividad ya no se mide por el tamaño del muelle, sino por la capacidad de anticipar, integrar y digitalizar. Hoy, mientras el mundo avanza hacia ventanillas únicas digitales, interoperabilidad de datos y trazabilidad en tiempo real, nuestro sistema sigue atrapado en procesos manuales, fragmentación institucional y licitaciones que miran al ladrillo más que al flujo.
Podemos construir el puerto más grande de Sudamérica, pero si no resolvemos la transparencia en los costos, la integración digital y la resiliencia de la cadena, seremos un hub de cemento… no de competitividad.
Gabriel Gurovich
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