Escrito por Dazma Guzmán, coordinadora del Programa Vivo Curimón de Fundación Lepe.
El 24 de agosto se celebra el Día Internacional de los Parques Nacionales, fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la conservación de la naturaleza y la biodiversidad y nuestro rol en ello, desde lo personal a lo comunitario. De acuerdo a CONAF, actualmente Chile cuenta con más de 100 áreas protegidas del Estado, considerando parques nacionales, monumentos naturales y reservas nacionales, la mayoría de estas, distribuidas en la zona austral del país.
Por su parte, la zona central de Chile es considerada un punto de alta biodiversidad a nivel mundial por su notable concentración de especies endémicas de plantas y vertebrados. Esta área tiene un clima mediterráneo, que alberga el bosque esclerófilo y el matorral xerofítico, y que junto a otras cuatro áreas del mundo cubre poco más del 2% de la superficie terrestre, reuniendo cerca del 20% de las especies de plantas vasculares del planeta.
Pese a su valor ecológico, en Chile ha sido fuertemente impactada por la actividad humana: concentra el 74% de la población del país, el 56% de la agricultura, y apenas un 3% de su superficie cuenta con protección oficial bajo el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado.
Es en esta misma zona donde se sitúa el Valle del Aconcagua, popularmente conocido por ser históricamente importante para la independencia del país, los cultivos de frutas y nueces, y productos locales como quesos de cabra, aceitunas y los vinos de alta calidad.
Además de su riqueza patrimonial cultural, el valle contiene áreas naturales valiosas para la protección del agua del río Aconcagua y la flora y fauna nativa. Algunas de estas áreas están agrupadas en el Mosaico de Conservación del Valle del Aconcagua.
Es fundamental conocer y apoyar la conservación de estas áreas protegidas, ya que enfrentan múltiples amenazas. Para conectar con las comunidades aledañas, cada iniciativa realiza diversas acciones, pero todas permiten el acceso a visitantes responsables, aplican técnicas de conservación y realizan educación ambiental.
En el caso del Parque Natural Cerro San Francisco de Curimón, un cerro isla ubicado en el corazón del valle, Fundación Lepe en colaboración con Fundación Pangue han aplicado técnicas de regeneración del suelo, teniendo como marco un plan de acción que ha permitido llevar registro de los avances, los que sí resulta, lo que no y también varios aprendizajes que han mostrado el proceso de ejecución.
Además se realizan monitoreos de biodiversidad y acciones de difusión a través de talleres y de materiales impresos como la guía de biodiversidad del parque. Acciones como las descritas anteriormente, que apoyan el desarrollo de un suelo sano, contribuyen al bienestar de la naturaleza y también de las comunidades adyacentes.
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