El duelo es una vivencia universal que, aunque dolorosa, forma parte del proceso humano de adaptación ante la pérdida. En este Mes del Corazón, la invitación es a mirar más allá de lo físico y reconocer que cuidar el corazón también implica atender nuestras emociones, vínculos y heridas invisibles.
Pamela Oyarzún Díaz, académica de Psicología y profesional del CAPSI de la Universidad Andrés Bello, sede Viña del Mar, explica que “el duelo es un proceso natural, pero no siempre fluido. A veces, la fantasía de conservar lo perdido nos inmoviliza, y eso puede derivar en un duelo patológico”.
Entre los signos de alerta, la especialista menciona la tristeza profunda, síntomas físicos persistentes, culpa excesiva o retraimiento social. “Cuando el dolor no disminuye con el tiempo, es fundamental consultar a un profesional. La intervención psicológica puede ofrecer un espacio de contención, escucha y transformación del sufrimiento”, señala.
El entorno también cumple un rol clave. “Acompañar sin invadir implica estar disponibles sin imponer, ofrecer escucha sin juzgar, validar emociones sin intentar apurarlas”, agrega Oyarzún. Frases como “ya deberías estar mejor” pueden ser vividas como agresivas e invalidantes.
Además, fechas significativas como aniversarios o cumpleaños suelen intensificar el dolor. En esos momentos, es importante anticiparse emocionalmente y permitirse ritualizar el recuerdo: “escribir una carta, encender una vela o hablar con alguien de confianza”, recomienda la académica de la UNAB.
Finalmente, la psicóloga destaca que “resignificar la pérdida es una de las tareas más profundas del duelo. El dolor no desaparece, pero puede transformarse. Es una forma de integrar la ausencia y encontrar nuevas formas de habitar el mundo”.
Leave a Reply