Bryan Soto Astudillo, docente Escuela de Informática y Telecomunicaciones, Duoc UC Sede Valparaíso
Según algunas interpretaciones cronológicas, la leyenda sitúa el nacimiento del Caballo de Troya el 24 de abril del año 1124 a.C., fecha en la que los griegos lograron poner fin a una larga y sangrienta guerra. En informática, el “Caballo de Troya” hace referencia al tipo de malware más conocido: programas maliciosos que se disfrazan como software legítimo para infiltrarse en los sistemas sin ser detectados.
Hoy existen decenas de antivirus diseñados para identificar este tipo de amenazas antes de que causen daño. Entre los más conocidos se encuentran los de pago, como Norton, McAfee, Kaspersky y Avast (famoso por su mensaje “La base de datos de virus ha sido actualizada”), y también opciones gratuitas como Windows Defender, Avira Free Antivirus y Comodo Antivirus.
El avance constante de estas amenazas digitales ha impulsado el desarrollo de la ciberseguridad como un campo de estudio esencial. Muchas empresas han incorporado departamentos especializados en seguridad informática, reconociendo su rol crítico en la continuidad operativa. Esta área ha llegado a influir incluso en el ciclo de desarrollo de software, integrando prácticas como el ethical hacking para anticiparse a vulnerabilidades, especialmente en proyectos de alto riesgo.
Mirando hacia el futuro, el panorama es cada vez más desafiante. La inteligencia artificial, la computación cuántica, el crecimiento del Internet de las Cosas y la vulnerabilidad humana demandan una respuesta integral. Esta debe combinar tecnología, regulación, educación y conciencia social.
El Caballo de Troya —y su versión moderna en forma de malware troyano— nos recuerda que las amenazas más peligrosas suelen presentarse bajo una apariencia inocente. En esta era digital, se nos exige estar siempre alerta y un paso adelante de quienes intentan vulnerar nuestros sistemas.
Porque en ciberseguridad, la confianza no se regala: se construye, se protege y se renueva día a día.
Leave a Reply