Cada 31 de marzo, conmemoramos el Día Internacional de la Visibilidad Trans, una fecha para visibilizar no solo las identidades trans y de género diverso, sino también las barreras estructurales que estas personas enfrentan, especialmente en salud.
En Chile, según datos del Instituto Nacional de Derechos Humanos (2023), un 43% de personas trans declara haber sufrido discriminación al solicitar atención médica. Esta realidad se repite en diversos países: la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, 2020) reveló que un 34% de personas trans evitó acudir a servicios de salud por temor a malos tratos.
En relación con la salud sexual y salud reproductiva, personas transmasculinas reportan dificultades para acceder a anticonceptivos o exámenes ginecológicos. Por su parte, mujeres trans enfrentan obstáculos para iniciar tratamientos hormonales seguros o acceder a controles pertinentes. Esta exclusión ocurre incluso cuando existen recomendaciones claras de organismos como la OPS, que en su Trans Health Blueprint (2021) insta a los sistemas de salud a adoptar un enfoque inclusivo y libre de prejuicios.
Desde la formación en salud, y en especial desde las carreras de Obstetricia, tenemos la responsabilidad de preparar profesionales que comprendan y respeten la diversidad corporal, identitaria y reproductiva. Incluir contenidos sobre salud trans no es una opción progresista sino un imperativo ético y sanitario.
La visibilidad debe traducirse en acciones concretas como formación del personal, protocolos inclusivos y servicios de calidad. No puede haber salud integral sin inclusión, y no puede haber derechos sexuales y reproductivos sin dignidad para todas las personas, sin excepción.
Macarena Arriagada Belmar
Directora Obstetricia U. Andrés Bello, sede Viña del Mar
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