La Unidad de Paciente Crítico (UPC) del Hospital Villarrica no solo representa un avance en infraestructura y capacidad técnica para la red asistencial Araucanía Sur, sino que encarna un cambio cultural profundo: un modelo de atención que pone al paciente y su entorno en el centro, bajo un enfoque de continuidad, multidisciplina y humanización.
El proyecto comenzó a materializarse en abril de 2024 y en poco más de un año, la unidad ha atendido a más de 500 pacientes críticos, ofreciendo soporte intensivo en condiciones complejas y altamente demandantes, pero su principal distinción está en cómo se entrega ese cuidado.
“Quisimos modernizar los estándares de UCI conocidos, proyectándonos a 10 o 15 años más. Implementamos un modelo con médicos, enfermeros y kinesiólogos de continuidad, lo que nos permite conocer en profundidad a cada paciente y planificar sus tratamientos a mediano y largo plazo. Eso marca una diferencia enorme en el tipo de atención que entregamos”, explica el Dr. Pablo Arellano, jefe de la UPC.
Esta propuesta fue respaldada por el Servicio de Salud Araucanía Sur y la dirección del establecimiento, y ha implicado el fortalecimiento del equipo humano: desde fonoaudiólogos hasta terapeutas ocupacionales, cada profesional ha sido validado en su rol específico, integrándose a una dinámica de equipo cohesionada, con espacios para el desarrollo académico y profesional que potencien la atención de los pacientes.
Una UPC que respira humanidad
Más allá del soporte técnico y clínico, la UPC del Hospital de Villarrica ha impulsado una verdadera transformación en la experiencia del paciente y su familia. Además de las visitas al paciente, se realizan reuniones clínicas con familiares, procedimientos donde se invita a participar al entorno cercano, e incluso gestos simples —como preguntar la música preferida del paciente antes de entrar a pabellón— son parte del día a día.
“Los pacientes perciben algo diferente. Se sienten acompañados. Hemos desafiado lo tradicional con una UPC de puertas abiertas. Las familias pueden estar casi 24/7, y los incluimos en los cuidados, incluso en el aseo o en pequeños detalles como cortar el pelo. Hemos buscado humanizar todos los momentos, incluso los más difíciles”, destaca Arellano.
Esta aproximación no es solo perceptible dentro del equipo clínico. José Godoy Ibarra, vecino de Pucón, quien ha recorrido gran parte del sistema hospitalario nacional junto a su hijo con necesidades médicas complejas, da cuenta sobre lo vivido en Villarrica.
“Estuve en hospitales de Valdivia, Temuco, Santiago… puedo decir que la experiencia que vivimos aquí fue de mucho regocijo, mucha tranquilidad, mucha seguridad en los profesionales. Hay humanidad desde el guardia hasta el médico”. expresa don José.
Don José relata cómo un médico anestesista, antes de una cirugía, puso música ranchera a petición de su hijo, aunque no fuera de su agrado personal. “Ese momento hizo que Pablo se durmiera feliz. Esos son los detalles que hacen que uno se sienta visto, valorado, acompañado”, señala emocionado.
También recuerda cuando ingresó su esposa al establecimiento en 2024. “Llevé a mi esposa grave y un guardia, al ver que tenía frío, sin decir nada nos trajo una botella con agua caliente. Eso no se olvida. Son gestos que valen más que mil palabras. Fue un momento de gran dolor, pero la atención que tuvimos fue tan acogedora, tan empática… Desde el momento en que la ingresamos hasta cuando nos entregaron su cuerpo”, agrega el usuario del hospital lacustre.
Consolidación del equipo
Cristian Muñoz, enfermero supervisor de la UPC, destaca que el equipo fue reclutado a través de concursos públicos, con profesionales de distintas regiones, como Magallanes o Santiago, y experiencias previas en UCI de alta complejidad, con un proceso de puesta en marcha muy riguroso, incluyendo simulaciones clínicas.
A los tres meses de conformada la unidad, demostraron los esfuerzos de este trabajo logrando el primer procuramiento de órganos efectivo en la Unidad. “Hubo un equipo sumamente afiatado, consolidado en la competencia técnica, que si bien llevaba muy poco tiempo estaba sumamente consolidado en herramientas de humanización y de atención del cuidado del paciente”, señaló Cristian.
Esto es parte de los compromisos asumidos desde la conformación del equipo, demostrando que el trabajo clínico no está exento de esfuerzos humanos, capaces de contener y acompañar en uno de los momentos más duros. “Desde el inicio de la apertura nosotros siempre nos decíamos, estamos mandatados a recuperar la salud del paciente, que es el paciente más grave del hospital y que no elige estar acá…pero que si no lo podemos recuperar, ayudemosle a morir dignamente, sin dolor y acompañado”, finalizó el enfermero supervisor.
Lo que hoy se vive en la UPC de Villarrica no es un lujo ni una excepción. Es el resultado de una decisión institucional y de una ética compartida: que el cuidado crítico no tiene por qué ser despersonalizado, y que es posible compatibilizar excelencia técnica con calidez humana.
“Queremos que este modelo sirva como referencia para otras unidades críticas del país. Hemos demostrado que con planificación, compromiso y liderazgo clínico, se puede hacer salud pública con dignidad y con alma”, afirma el Dr. Arellano.
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