Alejandro San Martín Bravo
Magíster en Medio Ambiente
Director Ingeniería Civil en Minas y Metalurgia
Universidad Andrés Bello
El año 2023 fue el más caluroso del que se tenga registro. Olas de calor, inundaciones, grandes incendios forestales y también olas de frío polar son todos síntomas de un clima que comienza a salirse de control. Según todo el conocimiento científico del que disponemos, la causa principal de este rápido (porque climáticamente hablando algunas décadas o siglos es poco tiempo) desequilibrio son las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que el ser humano ha emitido a la atmósfera en grandes cantidades desde mediados del siglo XIX con la irrupción de la revolución industrial. Desde entonces, la generación de energía, los vehículos a combustión, la producción masiva de bienes y la mecanización de la agricultura han traído avances sin precedentes en cuanto a productividad, nutrición y calidad de vida de la especie humana. Pero dicha bonanza no ha sido gratis y el momento de pagar la cuenta ha llegado.
Todas las actividades antes mencionadas tienen algo en común: emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI) y estos gases se han ido acumulando en la atmósfera, generando un efecto invernadero más allá de lo normal y por lo tanto generando un calentamiento global que general que el clima cambie y se salga de control. En una sola generación, desde 1960 a la actualidad la concentración de CO2 (principal, pero no único GEI) ha aumentado desde 317 ppm (partes por millón) a las actuales 421 ppm, es decir, un aumento de un 32%. Estos gases permanecerán en la atmósfera por varias décadas, por lo que limitar sus emisiones se vuelve cada vez más urgente, pues los efectos son acumulativos y difíciles de modificar.
Es por esto que las Naciones Unidas han establecido el 28 de enero con el Día Mundial de reducción de emisiones de CO2, también conocido como Día Mundial de la Acción frente al Cambio Climático, de manera de generar conciencia y acción que lleve a disminuir las actividades que los generan.
Algunas acciones y tendencias son positivas, como el cambio de la matriz energética, desde combustibles fósiles a fuentes como el sol, el viento o el agua, la electromovilidad o la agricultura orgánica. Pero, aun así, las emisiones de GEI no han dejado de aumentar y probablemente lo seguirán haciendo por algunos años todavía. ¿Pero qué podemos hacer nosotros, desde nuestros hogares o trabajos para contribuir en esta lucha por restaurar nuestro clima?
En primer término, aplicar en nuestra vida diaria el principio de las “3R”: Reducir lo más posible nuestros consumos y que los que compramos venga con la menor cantidad de envases y ojalá provenga de lo más cerca posible. Reutilizar los bienes que compramos en otros usos, de manera de aprovechar al máximo su vida útil (acá también aplica el mantener en buen estado nuestros equipos, automóviles y casas) y finalmente Reciclar el máximo de elementos que actualmente botamos a la basura. Instalando un sencillo sistema de compostaje de los residuos orgánicos y utilizando los puntos verdes disponibles en las mayorías de ciudades y pueblos podemos disminuir nuestra basura a virtualmente cero.
En segundo lugar, transportarse de la manera más sustentable posible. Evitar los aviones, compartir el automóvil, usar la locomoción pública, la bicicleta o simplemente caminar tienen un impacto bastante grande.
Finalmente, hacer un uso eficiente de la energía y preferir fuentes renovables. No solo instalar paneles solares, bombas de calor o sistemas eólicos son alternativas para lograr menores emisiones, sino que cambiar la iluminación de la casa, mejorar su eficiencia térmica aislando bien el techo, ventanas y puertas, así como regar y cocinar de manera eficiente y elegir electrodomésticos (refrigerador, televisor y lavadora principalmente) con la mejor etiqueta energética posible (A+ idealmente) son todas acciones que si las realizamos miles o millones de habitantes de este planeta pueden hacer una diferencia.
Todavía podemos evitar los peores escenarios del cambio climático, pero debemos actuar ahora, no mañana, hoy.
Tania D. Merino Macchiavello
Dirección de Comunicación Estratégica y Prensa
Universidad Andrés Bello
Sede Concepción
+56995198167
Autopista 7100, Talcahuano.
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