Por Magister T.O Cristopher Alex Burgoa Godoy
Académico de Terapia Ocupacional, Universidad de Los Lagos – Sede Chiloé
Departamento de Salud Universidad de Lagos
En el sur del mundo, donde el mar y la lluvia marcan los ritmos de la vida, hablar de Terapia Ocupacional no puede ser un simple acto técnico. En Chiloé, ejercer esta profesión es también un gesto político, una forma de resistir al olvido territorial y de reclamar el derecho a una salud construida desde los saberes y necesidades locales. En este archipiélago profundamente vivo y desafiante, la Terapia Ocupacional se reinventa y se hace insular.
Desde hace algunos años, la Universidad de Los Lagos asumió el desafío de formar terapeutas ocupacionales en la provincia. Esta decisión no es menor. Implica un compromiso institucional y estatal con los territorios históricamente excluidos de los procesos de formación profesional. Hoy estamos a las puertas de la primera generación de terapeutas ocupacionales formados en Chiloé y para Chiloé. Un hito que no solo marca un cambio geográfico, sino también epistemológico: ya no se trata de traer modelos externos, sino de generar conocimiento desde el territorio.
En lo personal, decidí trasladarme desde la cuarta región para ser parte de este proyecto. Dejar atrás mi lugar fue una elección consciente: me mueve la convicción profunda de que la Terapia Ocupacional puede y debe construirse desde los márgenes, no como extensión de lo central, sino como una práctica crítica y profundamente situada. Aquí no venimos a aplicar recetas; venimos a escuchar, a aprender, a tensar lo establecido.
Hablar de una Terapia Ocupacional insular es hablar de una práctica de resistencia. Resistencia al modelo biomédico hegemónico, que ignora contextos. Resistencia al saber único, que silencia las voces de las comunidades. Resistencia al abandono institucional, que obliga a muchas familias a resolver solas el cuidado, la rehabilitación y el derecho a la vida digna. En Chiloé, la terapia no se hace solo en box clínicos: se hace en la conversación con una lawentuchefe, en el taller de hilado, en la lancha que cruza a un niño al hospital, en la vecina que cuida a otra.
Y aunque queda mucho por hacer, aquí estamos: formando profesionales comprometidos, repensando el currículum, escribiendo desde el territorio, generando redes, construyendo comunidad. No nos interesan los modelos importados, nos interesa la vida que sucede aquí, entre la lluvia, la leña y el tejido social que resiste cada día.
En este sur insular, la Terapia Ocupacional no es solo una profesión: es una forma de habitar el mundo con dignidad, cuidado y rebeldía. Que se sepa: aquí estamos, creando futuro desde los bordes.
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