“Los tres grandes ausentes de esta campaña”

Lucas Serrano, cientista político y director de la carrera de Administración Pública USS Concepción

La seguridad se tomó la elección, y con razón. En un país donde la violencia cotidiana erosiona la confianza, la promesa de orden se vuelve una suerte de nuevo pacto social. Como diría Hobbes, el Leviatán vuelve a levantar su cabeza: la ciudadanía busca protección, y los candidatos responden con discursos de control y fuerza. Es entendible. Pero mientras la agenda se llenó de patrullajes y cámaras, quedaron relegados otros debates igual de decisivos para el futuro: cómo cuidamos a los mayores, cómo damos más poder a las regiones y cómo modernizamos el Estado que debe sostenerlo todo.

El primero de esos grandes ausentes son los adultos mayores. Más allá de las pensiones, casi ningún programa los trata como sujetos integrales, con derechos y necesidades específicas. Matthei propone atención geriátrica y envejecimiento activo; Jara, un sistema nacional de cuidados. Son pasos relevantes, pero la mayoría de los candidatos reduce la vejez a un problema financiero. Chile envejece a un ritmo inédito, pero su política pública lo hace a paso burocrático. En esta campaña, los adultos mayores fueron un símbolo de respeto, no una prioridad de gestión.

El segundo ausente es la descentralización. Todos la mencionan, nadie la explica. Jara y MEO proponen fortalecer regiones y municipios con más competencias; Matthei, delegar con control; Harold, acercar el Estado al territorio. Son visiones que apuntan en la dirección correcta, pero sin abordar la redistribución de poder y recursos que realmente descentraliza. Kast y Kaiser, en cambio, quieren recentralizar bajo la lógica del orden. En los hechos, Chile sigue siendo un país que administra desde Santiago y promete desde Arica a Magallanes. La señora Juanita en Santa Juana lo sabe: las decisiones llegan, pero tarde y desiguales.

El tercer olvido es la modernización del Estado, esa tarea estructural que todos nombran y casi nadie entiende. Modernizar no es solo digitalizar trámites, es reformar la gestión, profesionalizar al funcionariado, articular ministerios y usar datos para decidir mejor. Matthei habla de eficiencia, Jara de coordinación, MEO de inteligencia estatal. Parisi y Harold de simplificación. Todos aciertan en el diagnóstico, pocos en el diseño. En tiempos de inteligencia artificial y automatización, pensar un Estado que no se quede atrás no es tecnocracia: es supervivencia democrática.

La seguridad es, sin duda, el tema que más importa hoy. Pero cuando eclipsa todo lo demás, invisibiliza demandas que también definen el Chile real: el del envejecimiento silencioso, las regiones que aún esperan más poder y un aparato público que sigue operando en modo siglo XX. Discutir esas transformaciones no es un lujo académico, es una necesidad práctica. Ojalá en esta elección, más allá de sus tribunas y eslóganes, se recuerde que, sin un Estado moderno, descentralizado y humano, ningún Leviatán podrá solucionarlo todo.

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