Directora programa de Pedagogía en Educación Media
Universidad Andrés Bello, Concepción
Cada 16 de octubre, celebramos el Día del Profesor, reconociendo a quienes dedican su vida a la educación. La vocación docente es una llamada profunda, un compromiso con formar no solo estudiantes, sino personas críticas, responsables y capaces de transformar la sociedad. Sin embargo, ser profesor hoy en Chile no es tarea sencilla ni breve en sus dificultades. Es un camino extenso, muchas veces tortuoso y repleto de múltiples desafíos que pocas veces se visibilizan desde la expectativa social y política, donde se idealiza la vocación, pero se ignora la realidad que enfrentan día a día.
La sociedad percibe al profesor como el formador idealizado: alguien que inspira, guía y moldea el futuro con pasión y éxito. Se espera que los docentes sean héroes incansables, que asuman múltiples roles que van desde, ser psicólogo y mediador hasta, en muchas ocasiones la figura materna o paterna de aquellos y aquellas estudiantes que se encuentran en alguna situación difícil o de vulneración. Esta multiplicidad de funciones aumenta exponencialmente las demandas físicas y emocionales, sin que las condiciones laborales reflejen esta carga.
La desvalorización social del docente se traduce en bajos salarios, precariedad laboral y escaso reconocimiento. No es sorpresa que, entre 2010 y 2025, la matrícula de primer año en pedagogías se haya reducido a la mitad y que 460 programas regulares de formación de docentes hayan cerrado en la última década. Las regiones extremas y sectores vulnerables enfrentan un déficit agudo de profesores, amenazando directamente la calidad y equidad del sistema educativo.
Por otro lado, la violencia contra los docentes ha alcanzado niveles alarmantes. En el primer semestre de 2025, las denuncias por convivencia escolar aumentaron un 25%, incluyendo maltrato físico y verbal directo a profesores. Los casos de agresión se han duplicado en los últimos años, provocando un desgaste emocional y físico profundo en quienes ejercen la docencia.
Este escenario impacta también en la permanencia laboral docente. Entre 2015 y 2021, la tasa de abandono docente en Chile fue aproximadamente del 5% anual, con una marcada diferencia entre colegios públicos y particulares —en estos últimos el abandono llega al 7,6%. Cerca del 20% de los profesores jóvenes abandona la profesión en los primeros cinco años, reflejando el desgaste causado por las difíciles condiciones de trabajo.
Paradójicamente, dentro de este contexto adverso, se espera que los profesores “aguanten” por vocación y pasión. Se les exige callar las dificultades, sacrificar su bienestar y muchas veces hasta a sus familias por el futuro de sus estudiantes. Esta expectativa es injusta y peligrosa, porque la vocación ni puede ni debe suplir condiciones dignas de trabajo, respaldo institucional y reconocimiento social.
Si queremos una educación de calidad, debemos entender que el camino de la enseñanza no puede estar pavimentado solo con teorías ni con ejemplos excepcionales de heroísmo docente, sino con decisiones y acciones concretas: salarios justos, formación continua, espacios seguros y un respeto genuino por la profesión. Así honraremos, de manera auténtica, a quienes día a día forjan ciudadanos, transforman vidas y sostienen el progreso del país.
Este Día del Profesor invita a reflexionar y actuar para que la vocación no sea un mandato de sacrificio, sino un motor fortalecido por condiciones reales que permitan enseñar con dignidad y alegría.
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