Gracias al apoyo técnico del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), los usuarios del recinto aprenden y aplican prácticas agroecológicas para fomentar una alimentación saludable e inocua en la comunidad. Es percibido por ellos como una “nueva oportunidad”.
En la labor de los albergues destaca de sobremanera el compromiso de las funcionarias y voluntarias, quienes diariamente entregan comida, alojamiento, contención y apoyo psicosocial a quien lo necesita. En el caso del recinto municipal de Cañete, son 19 los beneficiarios y en su mayoría adultos entre los 40 y 87 años. Aquí desde 2023 funciona una huerta urbana que es mantenida por los usuarios, quienes han aprendido prácticas agroecológicas para fomentar una alimentación saludable e inocua para la comunidad siendo, además, una nueva oportunidad de reinserción social para ellos.
La coordinadora del albergue municipal, Joselyn Góngora, explicó que durante la pandemia comenzaron a sembrar algunos productos y a construir lombriceras. Luego, al ir retomando la normalidad y con el apoyo de la Oficina Técnica INIA Cañete del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), han podido mejorar el trabajo agrícola y establecer una huerta urbana autogestionada.
“Ellos (INIA) nos enseñan y, a su vez, los usuarios a ellos. Es positivo, ya que es una forma de visibilizar a las personas en situación de calle, ya que la mayoría de los usuarios fueron agricultores o tienen algún conocimiento; hoy nos sentimos parte de este proceso y podemos dar una opinión”, expresó la coordinadora.
El antropólogo sociocultural y profesional de INIA, Héctor Manosalva, detalló que “el huerto urbano ha sido implementado desde la perspectiva del codiseño y del diálogo de saberes, involucrando a la comunidad de personas del albergue, integrando a los usuarios, acompañándolos en un proceso que les permite estar en contacto con la naturaleza; que contribuye a su empoderamiento; que sean protagonistas de los cambios y los lleven a tener alimentos frescos a mano, fortaleciendo su soberanía, seguridad alimentaria y nutricional”.
El aspecto social es un fundamento clave en el proyecto. Raúl Carrillo, que lleva cinco años en el albergue, destacó el conocimiento agroecológico entregado por INIA. ”El no utilizar químicos es lo más importante; el hecho que directamente se cultive y vaya a la cocina es sustentable para la economía y acá ayuda mucho. Es importante y laborioso para nosotros como albergue que tengamos la facultad de comer sano y cultivar nuestros propios productos. Eso se agradece”, sostuvo.
Para Francisco Rivas, otro usuario del albergue, esta experiencia ha sido una “nueva oportunidad”, ya que “tendremos algo nuevo en qué ocuparnos y, a su vez, sentirnos útiles hacia la comunidad. Acá hay varios que podemos aportar en diferentes áreas, no solo cultivos, sino también en gasfitería, maderas, cosas que también podemos enseñar y aplicar. Para nosotros es un regalo, porque vamos a poder sentirnos útiles para la sociedad”.
Inicios de la huerta
El trabajo colaborativo entre el albergue municipal de Cañete y la Oficina Técnica INIA Cañete, surgió en 2023 con el acercamiento del encargado de la oficina, Mario Saavedra, quien ofreció al albergue recibir la donación de hortalizas producidas en la unidad de validación, instalada en el Liceo Bicentenario Técnico Profesional Alonso de Ercilla y Zúñiga, gracias al proyecto FNDR “Transferencia Tecnológica y Extensión Agropecuaria para Productores de la Provincia de Arauco”, financiado por el Gobierno Regional de Biobío.
El albergue comenzó a recibir los aportes de forma quincenal y mensual, hasta que surgió la inquietud de contar con una huerta urbana propia. Hoy cultivan lechugas y cilantro, entre otros, y esperan en el corto plazo sembrar acelgas, habas, perejil y coles. También ya cuentan con una lombricompostera para el manejo de los residuos de cocina, indicó el profesional agrónomo de INIA y encargado del terreno, Jairo Carvajal.
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