Javier Bustos Zaror, Psicólogo Programa Diploma en Habilidades Laborales, Universidad Andrés Bello
Entendemos por Bullying una forma específica de violencia en la que un estudiante o un grupo, agrede a otro de un modo intencional, repetitivo y, como es usual, en un escenario de desigualdad de poder en el que la víctima ocupa un status inferior en comparación con la o el agresor. Estas agresiones, suelen suceder en presencia de testigos que muestran complicidad con los violentos. Las consecuencias de este problema abarcan a todo el estudiantado que se ve involucrado, ya sea como víctima, agresor o testigo. Está documentada la presencia de trastornos psicosomáticos, ansiedad, depresión, estrés post traumático, ideación y conducta suicida en estudiantes que participan de este fenómeno ocupando algunos de los roles recién señalados.
Actualmente, el Bullying resulta un problema de salud pública, por los efectos perniciosos que éste tiene en la vida de niños, niñas y jóvenes y también para su desarrollo futuro pues, sabemos, que las consecuencias se extienden hasta la vida adulta, mostrando efectos a corto, mediano y largo plazo. En ese marco, han emergido numerosas acciones de apoyo a las comunidades escolares: campañas de sensibilización y programas de prevención y abordaje del Bullying, entre ellos el programa finlandés llamado KiVa que cuenta con evidencia empírica que lo sustenta. Además, se busca capacitar a docentes y profesionales que desempeñan su labor en comunidades educativas. Pareciera ser, entonces, que el Bullying es un tema que cada vez más captura el interés de la sociedad… Pero esa atención otorgada ¿Resulta suficiente para otorgar una respuesta a las múltiples experiencias ligadas a la violencia y al acoso que diariamente existen en Chile y el mundo? Para responder a esta pregunta, es clave que reflexionemos hacia quiénes se encuentran dirigidas las intervenciones y si es que éstas responden a la diversidad de realidades existentes en el estudiantado.
Una reciente revisión de literatura realizada por la UNESCO, en 2022, denominada “Violencia y acoso en entorno educativos: La experiencia de niños, niñas y jóvenes con Discapacidad”, incorporó en su análisis estudios en distintas áreas del mundo, como suele suceder, enfatizando países occidentales. Los datos resultan alarmantes: dos de cada tres estudiantes adolescentes con discapacidad en China declararon ser víctima de Bullying y en escuelas rurales en Estados Unidos la probabilidad de ser víctima de violencia es cuatro veces mayor en personas con discapacidad, e incluso presentan un mayor riesgo de ser víctimas de violencia por parte de los propios docentes.
Desafortunadamente, no disponemos de programas que busquen abordar con mayor especificidad el Bullying y la violencia que viven cotidianamente las personas en situación de discapacidad. La promoción de prácticas inclusivas es una ruta interesante de cara a la prevención de la violencia y la discriminación. No obstante, resulta fundamental complementarlas, e incluso incorporarlas, a programas operativos que busquen disminuir el Bullying y promover la convivencia, con foco en las personas en situación de discapacidad y que involucren a toda la comunidad educativa. Existe escasa evidencia empírica que demuestre que estas acciones se llevan a cabo.
Retomando la pregunta planteada, pareciera ser, que no se está dando una respuesta efectiva a las problemáticas que aquejan a este grupo en nuestra sociedad. En ese sentido, resulta curioso, hasta paradójico, que aquellos grupos sociales, entre ellos, las personas en situación de Discapacidad, no dispongan de programas sensibilizados hacia la discriminación y violencia que viven. Mientras este grupo quede postergado de las acciones de prevención y abordaje no se estará combatiendo de un modo justo ni efectivo este problema ¿No será que, dentro de nuestras buenas intenciones por construir un mundo sin violencia, inconscientemente estamos dejando fuera de esta empresa a personas esenciales para lograr este objetivo? A veces, la discriminación también se da en un marco de benevolencia.
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