Ante la desaceleración del mercado chino, viñas nacionales apuestan por el país sudamericano como nuevo eje de crecimiento.
La industria vitivinícola chilena atraviesa una etapa de redefinición. Tras años de crecimiento sostenido impulsado por la demanda asiática, especialmente desde China, el sector enfrenta hoy un nuevo escenario que exige adaptabilidad. En este contexto, Brasil ha surgido como un socio clave para el vino chileno, consolidándose como un mercado dinámico con consumidores cada vez más curiosos y exigentes.
La desaceleración del comercio con el gigante asiático ha sido una señal de alerta para muchas viñas que, históricamente concentraban sus esfuerzos en esa región, y que ahora han debido diversificar sus compradores estratégicos. Entre las iniciativas que marcan pauta, destaca el caso de Punti Ferrer, una viña con una propuesta osada y de alta calidad proveniente del Valle de Cachapoal, que recientemente inauguró su operación directa en el país carioca, sumándose al selecto grupo de bodegas chilenas con presencia activa en ambos mercados, tanto China, como Brasil.
“Instalarnos directamente en Brasil es una decisión estratégica que refleja nuestra convicción sobre el potencial de este mercado. No solo queremos vender vino, queremos construir marca, generar vínculos duraderos y hacernos parte de su experiencia gastronómica con un producto estrella de Chile, en una versión premium”, declara Gonzalo Mendoza, Gerente de Marketing de Viña Punti Ferrer.
Mayor interés de los brasileños.
Este paso marca un punto de inflexión para la compañía y abre la conversación en la industria sobre a qué tipo de consumidores brasileños queremos llegar y con qué oferta de valor nos presentamos ante ellos. En Brasil, el vino chileno tiene la oportunidad de convertirse en un referente cotidiano, accesible y con identidad propia.
Según cifras de la industria, en enero de 2025 las exportaciones a China disminuyeron un 16% en valor respecto al mismo mes del año anterior. En contraste, Brasil ha surgido como un mercado clave para el vino chileno. En ese mismo período, las exportaciones a este país aumentaron casi un 30% en volumen y un 20% en valor.
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