El reciente documental que presentó la Corporación Pro Antofagasta al cumplirse los 30 años de la “Mano del Desierto”, perteneciente al escultor chileno Mario Irarrázabal, despertó un proyecto que había quedado en el baúl de los recuerdos de dos artistas antofagastinos.
Dino Barrera tiene 50 años, es técnico mecánico y también trabaja en su taller de arte donde crea bitolas. “Es un nombre que le di a mis artefactos en honor a mi madre. Las bitolas son mujeres muy largas y mi madre siendo pequeña, cuando iba al cine acá en Antofagasta, veía mujeres altas y esbeltas. Probablemente descendientes de croatas. Hace algún tiempo me gané un premio en París, Francia. Logré un primer lugar y lo recibí en la Torre Eiffel. Me preguntaron por el nombre de mi creación. Les dije que se llaman bitolas”.
Tal como se puede apreciar en la fotografía, estas bitolas, representan a changos, recolectores y cazadores. “Es una familia que van con su bebé. Un macho alfa que va protegiendo a su pequeño clan. Nace de una idea de Manuel (Ossandón). Él creó estos diseños y se parecían mucho a las figuras que fui dando forma. Mezclamos nuestras ideas”, comentó el escultor.
Ambas esculturas en su tamaño real miden entre 6 a 8 metros de altura con una longitud aproximada de 7 metros. El lugar específico para construir e instalar estos changos gigantes es en una playa o borde costero. “Estas esculturas pueden estar en Antofagasta, Taltal, Mejillones o Tocopilla. Son changos, son nuestros, son de la región”, explicó Dino Barrera.
El escultor detalló cómo se pueden construir estos gigantes. “Ambas esculturas cuentan con un núcleo de acero. Llevan una viga. Luego tienen un recubrimiento de una malla moldeable. Se agrega una mezcla o enchapado de hormigón, yeso, fibra de vidrio, baño de resina para dar el efecto platinado y luego más resina para atrapar el color dentro de la piel”.
Manuel Ossandón es diseñador gráfico, pintor y profesor de la Escuela “Elmo Fúnez Carrizo”. “Soy de la idea que debemos regalarle a nuestra comuna esculturas que estén relacionadas con nuestra historia. Me cuesta entender cuando apoyan ideas foráneas que nada tienen que ver con nuestro norte y quedan abandonadas. Por ejemplo, el polémico Hilo de Agua. Fue así que en ese momento surge en mi mente la figura de los changos, y me puse a dibujar. Ahí quedaron por muchos años los bocetos hasta ahora”.
Teniendo los bocetos ya listos -hace un año- Manuel se acerca a Dino y deciden llevar estos trazos al siguiente nivel. “Estas esculturas tienen que tener un relato y arraigo con la región. Deben ser lúdicas para que los niños y las personas puedan atravesar las largas piernas de estos changos, tocarlas, sentir y apreciar la escultura. En caso que no puedan ir en una playa pueden estar cerca del borde mar y que de noche estén cuenten con una iluminación LED”, destacó Ossandón.
El valor aproximado de ambas esculturas es de $100 millones. Presentarán prontamente este proyecto a la presidente de la Comisión de Cultura del Consejo Regional, a corporaciones culturales de municipios costeros y empresas privadas. “Hoy se instalan letras que se van ensuciando o dañando con el tiempo. Nosotros creamos arte, patrimonio y arraigo. Creamos esculturas que traspasarán generaciones y ahí estarán”, enfatizaron ambos artistas.
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