Dra. Mónica Acevedo, Directora de Sochicar y de la Fundación Sochicar.
Durante mucho tiempo, la medicina ha tratado al cuerpo femenino como una simple variación del masculino. Sin embargo, la evidencia científica actual demuestra que el corazón de las mujeres no solo es más pequeño o anatómicamente distinto, sino que también presenta patrones de enfermedad únicos que requieren una mirada médica específica. Ignorar estas diferencias ha tenido consecuencias graves: miles de mujeres en el mundo siguen muriendo por enfermedades cardiovasculares que podrían haberse prevenido o tratado a tiempo.
Las investigaciones recientes revelan que los síntomas cardíacos femeninos suelen manifestarse de manera más sutil. La falta de aire, la fatiga o la molestia en el pecho pueden pasar desapercibidos o confundirse con estrés, lo que retrasa el diagnóstico. A esto se suma un sistema sanitario que históricamente ha subestimado las señales del corazón femenino, aplicando protocolos diseñados sobre datos mayoritariamente masculinos. El resultado es una brecha en la atención que se traduce directamente en una mayor mortalidad entre las mujeres.
Este tema cobrará especial relevancia en el próximo Congreso Chileno de Cardiología, donde especialistas nacionales e internacionales abordarán los desafíos de la salud cardiovascular femenina, las diferencias biológicas entre sexos y la necesidad urgente de incorporar esta perspectiva en la práctica médica. Espacios como este son vitales para impulsar una conversación que no solo pertenece al ámbito científico, sino también al social y político. Porque hablar del corazón femenino es, en el fondo, hablar de equidad en salud.
La prevención, además, debe ocupar un papel central. Una buena alimentación, la práctica regular de ejercicio, el control del estrés y de los factores de riesgo como la hipertensión, el colesterol o la glucosa son pilares fundamentales para mantener la salud del corazón. Pero tan importante como eso es que las mujeres aprendan a escuchar sus propios cuerpos y a no minimizar los síntomas.
El corazón femenino late diferente, sí, pero no debería sufrir más por ser diferente. Escucharlo con atención, reconocer su singularidad y brindarle el cuidado que merece es, en última instancia, un acto de justicia médica y de equidad humana.
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