En el marco del Día Mundial de la Diabetes, expertos hacen hincapié en que los cambios drásticos en los niveles de azúcar en la sangre pueden representar un riesgo significativo para la salud. Es fundamental saber identificar, abordar y prevenir estas afecciones para proteger vidas y disminuir las consecuencias sociales y económicas de esta enfermedad crónica.
La última Encuesta Nacional de Salud de 2017 reveló que 1 de cada 100 chilenos padece diabetes. Después de la pandemia, se estima que un 14% de los habitantes la han desarrollado, y se espera que este porcentaje aumente con aquellos casos aún no detectados. La diabetes, una afección sigilosa y que avanza gradualmente, no solo afecta la salud física, sino también la calidad de vida, la eficiencia en el trabajo y los costos de atención médica.
Dentro de las urgencias más relevantes vinculadas a este padecimiento se destaca la hipoglucemia, o la disminución repentina de los niveles de azúcar en la sangre, y la hiperglucemia, que se caracteriza por un aumento excesivo de la misma. Tanto una como la otra representan dos caras distintas de un mismo desequilibrio, pero comparten un riesgo en común: si no se identifican a tiempo, las repercusiones pueden ser severas. “Entender la diferencia entre estos dos estados es crucial para los 1.5 millones de chilenos que la padecen, ya que un mal manejo no solo genera un riesgo vital eventual, sino que también una carga emocional para ellos y sus familias”, explica María Soledad Velásquez, químico farmacéutico de Farmacias Ahumada.
Cuando el azúcar sube o baja
Si los niveles superan los 180 mg/dL después de comer, se da a lugar a la hiperglucemia. Una dieta rica en carbohidratos simples, el estrés, posibles infecciones o una incorrecta administración de medicamentos podrían ser las causas de este problema. Puede extenderse a lo largo de varias horas e incluso días, manifestándose de forma progresiva con síntomas como sed intensa, frecuencia urinaria aumentada, visión difusa, cansancio y disminución de peso sin causa aparente.
Una hiperglucemia mantenida daña los vasos sanguíneos y los nervios, pudiendo desencadenar problemas graves como daños en la retina, afectación renal o complicaciones en los pies en pacientes con diabetes. Según la especialista, “en caso de experimentar náuseas, vómitos o problemas para respirar, se trata de una situación de emergencia médica. En caso de ser grave, podría provocar una cetoacidosis diabética, una situación médica crítica que demanda hospitalización de forma inmediata”.
En el extremo opuesto, se habla de hipoglucemia cuando los niveles de azúcar en sangre descienden por debajo de 70 mg/dL. Esto puede ocurrir al omitir comidas, hacer ejercicio vigoroso sin haber comido lo suficiente antes, o al tomar demasiada medicación. Los signos suelen aparecer de forma repentina y rápida, e incluyen sudor frío, temblores, palidez, mareos, confusión o irritabilidad.
En los casos más severos, pueden aparecer convulsiones o pérdida de conciencia. “La reacción debe ser rápida. Ingerir un alimento o bebida azucarada -como jugos, miel o galletas- y si los síntomas persisten, acudir a un centro asistencial de inmediato”, detalla Velásquez.
Cómo prevenir y convivir con equilibrio
La mayoría de las personas con diabetes debe seguir un tratamiento farmacológico indicado por su médico tratante. Pero más allá de los fármacos, Velásquez destaca la relevancia de los hábitos cotidianos. Una dieta balanceada, con poca cantidad de azúcares procesados y alta en fibra, acompañada de una correcta hidratación y ejercicio físico constante, se presenta como la estrategia más efectiva para evitar posibles crisis de salud.
Además, se aconseja realizar chequeos médicos de forma regular, controlar los niveles de azúcar con frecuencia, seguir al pie de la letra el tratamiento recetado por el especialista y evitar automedicarse, incluso con productos suplementarios o vitamínicos. Según la profesional, ciertos componentes como el magnesio, el cromo o el zinc podrían favorecer el proceso metabólico de la glucosa, aunque es fundamental que su prescripción sea realizada por un especialista en la materia.
En Chile, el Plan Nacional para Enfermedades No Transmisibles tiene como objetivo reforzar la detección precoz y la concienciación sobre este problema de salud, aunque aún hay aspectos por mejorar. La clave para reducir los casos no detectados y disminuir los episodios de descompensación radica en la implementación de programas educativos en escuelas, lugares de trabajo y centros de atención primaria.
De acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de Chile, se ha descubierto que más de ocho mil personas son hospitalizadas cada año debido a episodios agudos de descompensación glucémica. El costo medio por paciente en el sistema de salud pública asciende a $1,2 millones. Según cálculos realizados por el Instituto de Salud Pública (ISP), el manejo de las consecuencias vinculadas supone un 2,5% del presupuesto total destinado a la salud pública en el país. Esto se debe a gastos en hospitalizaciones, ausencias laborales por motivos médicos y disminución de la productividad laboral.
“La diabetes no tiene por qué ser una condena. Con información, acompañamiento y hábitos saludables, las personas pueden vivir plenamente y evitar complicaciones graves”, concluye Velásquez. Porque en salud, como en la vida, la prevención sigue siendo la mejor medicina.
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