Los riesgos invisibles de las bebidas energéticas

imagePor Frano Giakoni Ramírez, director de la carrera de Entrenador Deportivo UNAB.

En los últimos años, las bebidas energéticas han conquistado espacios en canchas, gimnasios y hasta en entrenamientos recreativos. muchas personas las consumen convencidos de que aumentarán su resistencia, su concentración o su capacidad de esfuerzo. Pero ¿Qué tan cierto es esto? ¿Cuáles son los riesgos que pasan desapercibidos?

La ciencia muestra que su principal efecto ergogénico proviene de la cafeína, un estimulante que, en dosis moderadas, sí puede mejorar el rendimiento físico y mental. Estudios publicados en bases de datos como Scopus y Web of Science han demostrado que ingestas de alrededor de 3 mg por kilo de peso corporal mejoran la resistencia aeróbica y la capacidad de realizar esfuerzos de alta intensidad. En un atleta de 70 kilos, esto equivale a unos 200 mg de cafeína, cantidad que muchas de estas bebidas contienen en apenas una lata.

El problema surge cuando el consumo es excesivo o no se considera el contexto. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recomienda no sobrepasar los 400 mg diarios en adultos sanos. Sin embargo, deportistas jóvenes o aficionados pueden fácilmente superar esa cifra si combinan bebidas energéticas, café u otros suplementos. Y las consecuencias no son menores: aumento de la presión arterial, taquicardia, alteraciones del sueño y, en casos extremos, riesgo de arritmias.

En el deporte recreativo, el uso de estas bebidas suele confundirse con hidratación, lo que constituye otro error. A diferencia de las bebidas deportivas (formuladas para reponer agua, electrolitos y carbohidratos), las energéticas no cumplen ese rol. Más bien, son un cóctel de cafeína, azúcar y aditivos que pueden enmascarar la fatiga sin resolver la deshidratación.

La evidencia también advierte sobre su impacto en la recuperación. Un exceso de estimulantes puede alterar el descanso y, con ello, limitar la reparación muscular y el rendimiento futuro. Al final, lo que parecía una ayuda se transforma en un obstáculo silencioso.

El mensaje es claro: las bebidas energéticas pueden tener un espacio puntual en el alto rendimiento, bajo supervisión profesional y con un control estricto de dosis. Pero no son necesarias para la gran mayoría de quienes entrenan en el gimnasio o salen a correr. Dormir bien, hidratarse adecuadamente y llevar una alimentación equilibrada siguen siendo estrategias más efectivas y seguras.

En un mundo donde la inmediatez suele imponerse sobre la planificación, estas bebidas ofrecen una ilusión rápida de energía. Pero el verdadero rendimiento no se construye en una lata: se construye en la constancia, el descanso y el entrenamiento guiado por un profesional de las ciencias del deporte y la actividad física.

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