Académico Escuela de Medicina Veterinaria U. Andrés Bello, sede Viña del Mar
La reciente aprobación en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados para legislar sobre el permiso laboral por fallecimiento de mascotas representa un avance significativo en el reconocimiento del vínculo afectivo entre personas y animales de compañía. Esta iniciativa buscar modificar el código del trabajo para otorgar un permiso especial para vivir el duelo de nuestros compañeros animales.
Si bien existe acuerdo transversal en legislar sobre la materia aún queda que se definan ciertos puntos como la duración del permiso, el plazo para tomarlo, si la mascota debe estar inscrita en el registro nacional de mascotas, entre otros.
Como médico veterinario clínico, he sido testigo del profundo impacto emocional que genera la pérdida de estos compañeros, quienes para muchos son parte de la familia. Según la Primera Encuesta Nacional a Tenedores de Mascotas (2021)1, el 99,7% de los encuestados considera que su mascota contribuye a su felicidad y la reconoce como miembro del hogar.
El vínculo entre humanos y animales va mucho más allá de las responsabilidades que asumimos al decidir tener una mascota. Su compañía nos brinda un apoyo social y emocional invaluable, convirtiéndose en parte esencial de nuestro estilo de vida. En momentos difíciles, nuestras mascotas nos ofrecen consuelo y ayudan a mitigar sentimientos de soledad y aislamiento. Esta relación, profundamente significativa, tiene efectos positivos en nuestro bienestar físico y psicológico, al permitirnos compartir la vida con un otro que nos acompaña.
La partida de una mascota puede desencadenar un duelo profundo, que se entrelaza con sentimientos de estrés, ansiedad e incluso, en algunos casos, vergüenza, especialmente cuando se enfrenta a la incomprensión social de lo que se está viviendo. Esta falta de reconocimiento puede dar lugar a lo que se conoce como un “duelo privado de derechos”, es decir, un proceso de pérdida que no recibe validación ni apoyo por parte del entorno. Tal como señala un estudio que evalúa el impacto de los vínculos continuos entre las personas y sus animales de compañía2, los dueños pueden experimentar niveles de duelo comparables a los que se viven ante la pérdida de un ser humano.
Reconocer este duelo desde lo legal y lo institucional es un acto de empatía. Aunque no todos compartan esta visión, su validación marca una diferencia significativa en el reconocimiento social del vínculo humano-animal. Para quienes consideramos a nuestras mascotas como verdaderos compañeros de vida, poder transitar el duelo de manera abierta y respetada en la sociedad no solo dignifica nuestra experiencia, sino que también puede influir positivamente en nuestro bienestar y en la forma en que elaboramos la pérdida de un ser querido.
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