Director Licenciatura en Astronomía
Universidad Andrés Bello
Investigador CATA
Cada 20 de julio, el mundo conmemora uno de los logros más emblemáticos de la humanidad: el alunizaje del Apolo 11. Este evento histórico no solo presentó el progreso tecnológico, sino también la exploración de lo desconocido. Hoy, las investigaciones están orientadas a la superficie lunar, como punto clave para la expansión humana en el espacio. El regolito lunar, esa capa superficial de polvo y rocas que recubre la Luna, ha sido objeto de estudio durante años.
Compuesto principalmente por oxígeno, silicio y otros minerales, podría transformarse en un recurso vital para la humanidad en la Luna. Al procesarlo adecuadamente, es posible extraer oxígeno, que no solo serviría para la respiración, sino también para generar agua, lo que cambiaría por completo las posibilidades de una base lunar autosuficiente.
El conocimiento respecto de la luna desde aquel 20 de julio de 1969 es exponencial. La exploración lunar nos ha enseñado mucho sobre su historia geológica. El cráter Tycho, por ejemplo, es uno de los más recientes, formado hace unos 700 mil años por el impacto de un meteorito. Su característica más llamativa son los rayos brillantes que emergen de él. A pesar de ser un satélite inactivo en términos geológicos, sigue siendo golpeada por meteoritos de diversas dimensiones, desde los más pequeños hasta impactos tan grandes como el que formó el cráter Tycho.
Este fenómeno también pone en perspectiva la historia más antigua de la Luna. La mayoría de sus cráteres se formaron entre 3.900 y 3.800 millones de años atrás, en el “último gran bombardeo”. Este período estuvo marcado por impactos masivos que no solo dieron forma a la Luna, sino también a la Tierra. Mientras la Tierra ha modificado su superficie gracias a procesos como la tectónica de placas, la Luna ha permanecido casi intacta, lo que nos permite estudiar estos eventos como si estuvieran congelados en el tiempo.
El impacto de los asteroides también dejó huellas en la forma de las yeguas lunares, grandes áreas de la superficie lunar donde el magma se elevó y se solidificó, creando manchas oscuras que revelan cómo el interior de la Luna una vez estuvo caliente y líquido, antes de enfriarse y solidificarse.
A nivel cósmico, la Luna también ha influido en la rotación de la Tierra, reduciendo su duración de 22 horas al tiempo de los dinosaurios a las 24 horas actuales. Además, la Luna se está alejando gradualmente, lo que afectará los eclipses solares en el futuro. En unos 300 millones de años, su tamaño angular será tan pequeño que ya no podrá cubrir completamente al Sol, y no será posible ver más eclipses solares totales desde la superficie de la Tierra.
Se trata de uno de los satélites más grandes en relación con su planeta y se formó tras un impacto entre la Tierra y un objeto del tamaño de Marte, lo que expulsó material del manto terrestre que se acumuló para formar la Luna. Este evento explica tanto su tamaño como su composición similar a la costa terrestre.
Diversas culturas han visto figuras diferentes en su superficie, desde la famosa “cara de la Luna” hasta interpretaciones como el “conejo” en la tradición maya. La Luna ha sido asociada con dioses y símbolos poderosos, y sigue siendo un objeto de fascinación y estudio.
El Día de la Luna no solo celebra el logro de haber llegado allí, sino que nos invita a pensar en el futuro de la exploración y la colonización espacial. Si su suelo puede ser usado para generar recursos como oxígeno y agua, podríamos estar ante el inicio de una nueva era de autosuficiencia, con la Luna como base para la expansión humana, evento que sería impeensado de no ser por aquella expedición hace 56 años.
Leave a Reply