Terminando el año escolar

school friends a boy and two girls with school backpacks on their backs walk after classEliseo Lara Órdenes

Director Programa de Pedagogía en Educación Media

Universidad Andrés Bello

Es común ver por estos días los cierres de años escolares. Licenciaturas de la enseñanza básica y media abundan en las fotografías y publicaciones de padres y madres orgullosas de sus hijos e hijas. No obstante, muchas veces estos procesos de cierre de ciclos están acompañados de presiones diversas que, lamentablemente, los establecimientos educacionales no ayudan a mitigar porque potencian la competencia entre estudiantes basada en los resultados.

Premios a la mejor alumna o alumno, el mejor promedio, el o la más puntual y así una variedad de reconocimientos en los cursos, construyendo verdaderos rankings de estudiantes. Lo malo es que quienes componen esos listados son sólo niñas, niños y adolescentes, con diversas condiciones y capacidades, con diferencias y esfuerzos diversos, que una nota o el resultado de un año puede no reflejar el momento de mayor aprendizaje o desarrollo de un niño o niña.

Creamos un imaginario donde lo mejor merece ser destacado, pero ¿qué significa ser el o la mejor?, ¿dónde radica eso que no se mide ni se evalúa como los valores y la ética?, ¿de qué sirve hoy ingresar a universidades de élite si en el desempeño profesional o en nuestra vida no somos capaces de actuar de manera proba?

Hoy es tiempo de volver a destacar lo esencial, lo que Saint-Exupéry dice que es invisible, pues no todo son notas ni todo es un diploma. En la vida, quienes hemos logrado llegar a los mayores niveles de formación académica, como es tener una formación doctoral, sabemos que hay muchas dificultades en el camino, que no fue necesario ser siempre el o la mejor, que un primer lugar no determina la posición en la que se llegará en la vida, porque la vida no es una carrera de autos, y cada uno tiene su propio ritmo y sus propios derroteros.

Por eso, este fin de año feliciten a sus hijos e hijas, no miren sus notas, no miren sus diplomas y valoren el esfuerzo desplegado para llegar a final de un año difícil, vertiginoso e incierto. Felicítenlos por las ayudas que hicieron a sus amigos/as, hermanos/as, en casa o jugando, porque solo así podremos construir una convivencia más sana, más positiva y sobre todo más saludable.

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