Diversos estudios advierten sobre los efectos del uso excesivo del celular en niños, niñas y adolescentes, especialmente en la concentración, el rendimiento académico y la salud física y mental. En este contexto, resulta clave que la regulación no se entienda sólo como una restricción, sino más bien como una oportunidad pedagógica.
Es necesario que los estudiantes comprendan por qué existe esta ley, qué problemáticas busca abordar y cómo se relaciona con su propio bienestar y desarrollo integral. Y es aquí donde la alfabetización digital, mediática e informacional adquiere un rol fundamental.
Desde este enfoque, promovido por organismos como Unesco o la Media and Information Literacy Alliance, se reconoce que no se trata sólo de acceder a tecnologías o información, sino de desarrollar capacidades críticas para comprender cómo se produce, difunde y consume la información; cómo operan los algoritmos; qué intereses existen detrás de los contenidos digitales; y cómo las prácticas informacionales impactan en nuestra vida personal y social.
Por lo tanto, educar en el uso de tecnologías es una manera de formar ciudadanía crítica, capaz de tomar decisiones informadas y responsables en los complejos entornos digitales contemporáneos.
Por otra parte, se debe tener presente que este esfuerzo educativo no es responsabilidad exclusiva de las escuelas. Las familias juegan un rol crucial en este proceso: difícilmente se logrará un uso equilibrado de los dispositivos si los discursos de prohibición hacia niños y adolescentes conviven con prácticas adultas permeadas por la hiperconectividad, la dependencia del celular o la ausencia de límites claros.
Desempeño saludable en el contexto digital
Por esta razón, se vuelve fundamental educar también a los adultos, promoviendo rutinas de uso consciente, espacios de desconexión en los hogares, acuerdos familiares y modelos de comportamiento coherentes con lo impuesto a los menores.
En ese sentido, bibliotecas y profesionales del sector pueden aportar a una alianza estratégica en los procesos de formación. Desde la bibliotecología, históricamente se ha trabajado en el desarrollo de la alfabetización informacional, actualmente ampliada a dimensiones mediáticas y digitales.
Las bibliotecas – escolares, públicas y universitarias – cuentan con la experiencia y el enfoque pedagógico requerido para diseñar programas de formación en ciudadanía digital y realizar talleres para estudiantes y familias que permitan generar competencias y reflexión sobre el vínculo entre información, tecnologías y bienestar.
Resulta esencial reconocer a las bibliotecas como espacios comunitarios educativos y democráticos, considerándose de manera explícita en las estrategias de implementación de esta ley, de manera que, más allá de una lógica de control, se avance hacia un enfoque formativo de las personas.
Si bien es necesario regular el uso del celular en los colegios, resulta insuficiente si no se acompaña de una política educativa integral de alfabetización digital, mediática e informacional, que involucre a estudiantes, docentes, familias y comunidades. La idea es que, efectivamente, todos y todas puedan desenvolverse de manera saludable y responsable en el contexto digital.
Cherie Flores Fernández
Académica del Departamento de Gestión de la Información UTEM
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