Desde The Last of Us en HBO hasta la taquillera Super Mario Bros: La película, la industria audiovisual encontró en ellos historias potentes y audiencias masivas.
Y aunque las historias que han pasado de los videojuegos al cine tienen su historial de grandes aciertos y tremendos fracasos la combinación de ambas industrias sigue siendo atractiva para Hollywood.
Mario Meneses, director de la carrera de Diseño de Juegos Digitales en la Universidad Andrés Bello, explica que la clave está en el poder narrativo del medio:
“Los videojuegos cuentan historias tremendamente profundas en muchos casos. Sin embargo, aún hoy persiste el estigma de considerarlos un medio ligado únicamente a los niños. Ese prejuicio ha abierto espacio para que muchas de esas historias se cuenten desde otros medios. Muchas veces, gracias a una serie o película, alguien se anima a probar un juego y vivir esa misma historia, pero de una forma diferente”.
No todas las adaptaciones han tenido la misma suerte. Mientras Arcane (inspirada en League of Legends) fue alabada como una obra maestra de animación, intentos como Assassin’s Creed o la primera Super Mario Bros de 1993 quedaron en la memoria como fracasos. Los mayores aciertos surgen cuando la producción respeta el espíritu del juego original y lo traduce al lenguaje audiovisual, sin intentar copiarlo plano a plano.
En esa línea Meneses explica que “la diferencia es que en un videojuego eres protagonista. Tomas decisiones, enfrentas situaciones distintas a las de otro jugador. Eso genera una inmersión que el cine o la televisión no logran replicar. Por eso muchas adaptaciones decepcionan: el espectador pasa de vivir la historia a solo mirarla”.
Y es justamente ese el principal desafío del cine, ¿logrará sortearlo Street Fighter: Hadoke? Por ahora solo resta esperar su estreno octubre de 2026.
La lista de títulos exitosos crece cada año: Sonic: The Hedgehog, Detective Pikachu, Tomb Raider, The Witcher y Castlevania son solo algunos ejemplos de cómo los videojuegos dejaron de ser un nicho para convertirse en un motor cultural global. Incluso premios como los Emmy y los Oscar ya reconocen producciones vinculadas al gaming, mientras que en el otro extremo, los Razzies recuerdan a la industria los tropiezos más sonados.
El caso Street Fighter
Que Street Fighter regrese al cine con figuras como Jason Momoa confirma que las sagas clásicas siguen teniendo un enorme poder de convocatoria. Su reto será superar el recuerdo amargo de adaptaciones anteriores, que nunca lograron capturar la energía del videojuego en las salas.
Para Meneses, la clave estará en cómo Hollywood logre comprender que estas historias ya no pertenecen solo a los gamers:
“La experiencia del videojuego es infinitamente más inmersiva. El cine y la televisión son puertas de entrada válidas, pero no sustituyen esa vivencia. Lo interesante es que ambos mundos ahora se retroalimentan y permiten que más gente se acerque a narrativas que antes solo estaban en las consolas”.
El cruce entre consolas y pantallas promete seguir creciendo. Y con estrenos como Hadoken, la pregunta no es si los videojuegos se convertirán en el próximo gran género del cine, sino qué títulos marcarán el estándar de calidad para que la transición sea algo más que un golpe de nostalgia.
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