Si bien la nutrición es fundamental en todas las etapas de la vida, lo es especialmente durante la infancia y adolescencia, pues es cuando se necesita una dieta que favorezca el desarrollo neuronal. En este sentido, una buena alimentación puede aportar proteínas y micronutrientes esenciales para el desarrollo cognitivo.
Así lo demostró el estudio “Perfil dietario y habilidades cognitivas en escolares chilenos”, elaborado por investigadores de la Universidad San Sebastián, Universidad Católica del Maule y Universidad Mayor, basado en la Tercera Encuesta Longitudinal de Primera Infancia 2017, y que fue publicado recientemente en la Revista de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición. Con una muestra de 10.132 niños y niñas en Chile, de 7 a 11 años, encontró asociaciones significativas entre un mejor perfil dietario y los puntajes obtenidos en las subpruebas de cálculo y problemas aplicados.
“Nuestro hallazgo establece que la calidad de la dieta podría afectar específicamente en las habilidades cognitivas involucradas en distintas tareas matemáticas, favoreciendo especialmente aquellas que demandan procesos cognitivos más complejos como memoria de trabajo, atención sostenida y funciones ejecutivas, esenciales en la resolución de problemas y en cálculos escritos”, explicó David San Martín, investigador de la escuela de Obstetricia USS, y uno de los autores del estudio.
Por el contrario, la investigación pudo establecer que los niños con un perfil de dieta más deficiente, es decir, bajo consumo de frutas y verduras, de legumbres, pescado, lácteos, y preferencia de bebidas azucaradas y snacks altos en nutrientes críticos, obtuvieron puntajes significativamente menores en problemas aplicados y cálculo, en comparación con aquellos que representan dietas más saludables.
Según establece el estudio, la relación observada puede explicarse por mecanismos fisiológicos conocidos. Los nutrientes esenciales como ácidos grasos omega-3, hierro, y zinc, son críticos para el desarrollo cerebral infantil. Las dietas saludables, ricas en estos nutrientes, promueven un mejor funcionamiento cerebral y podrían mejorar especialmente funciones ejecutivas, memoria de trabajo y atención. En contraste, dietas altas en azúcares y grasas saturadas están asociadas con inflamación cerebral, estrés oxidativo y menor eficiencia cognitiva.
Al respecto, el investigador USS plantea que “esta base biológica respalda la hipótesis de que una mejor calidad de la dieta podría optimizar específicamente aquellas capacidades necesarias para resolver problemas y realizar cálculos escritos”. A ello agrega que “este hallazgo tiene implicaciones prácticas importantes para la promoción de políticas públicas de nutrición escolar y programas educativos orientados a mejorar el rendimiento cognitivo y académico infantil”.
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