Actualmente, sacar adelante un proyecto puede tardar más de cinco años, con una parte importante de ese tiempo absorbido por los trámites. Esta burocracia frena la inversión, paraliza el desarrollo urbano y resta competitividad al país. Si no se agilizan los procesos, será muy difícil reactivar la industria de la construcción y su rol como motor económico y generador de empleo.
Aunque la solución estructural recae en el sector público, el privado también puede avanzar. Herramientas tecnológicas aplicadas a la gestión de compras, pagos y control de proyectos están permitiendo a muchas empresas absorber parte de estos sobrecostos y mejorar su productividad.
La urgencia de dinamizar el sector ya no admite más diagnósticos. Es momento de ejecutar soluciones.
Ignacio Vila
Gerente general de ICONSTRUYE
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