El Dr. Alexis Espinoza de la Universidad Santo Tomás Santiago revela las consecuencias que podría tener esta enfermedad en nuestro cuerpo.
Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha que invita a reflexionar sobre una de las mayores amenazas para la salud global. A pesar de las constantes advertencias de organismos nacionales e internacionales, la prevalencia de esta enfermedad ha aumentado exponencialmente en las últimas cuatro décadas. Sin soluciones concretas a la vista, la obesidad sigue siendo un desafío sanitario que requiere medidas eficaces y sostenibles.
El Dr. Alexis Espinoza, director de carrera de Kinesiología en UST Santiago, señaló que “la obesidad no se reduce a un simple problema estético o de sobrepeso; es una enfermedad compleja y multifactorial que actúa como precursora de graves afecciones como la diabetes tipo 2, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Aunque la ciencia ha insistido durante décadas en la importancia de adoptar hábitos saludables, estrategias tradicionales como 30 minutos de ejercicio aeróbico diario o dietas extremadamente restrictivas han demostrado ser insuficientes. Para abordar este problema, es fundamental adoptar un enfoque interdisciplinario que incluya aspectos nutricionales, psicológicos, médicos y kinesiológicos”.
En los últimos años, han surgido fármacos como la semaglutida, conocidas popularmente como “inyecciones para bajar de peso”. “Si bien estos tratamientos pueden ser útiles en ciertos casos, es necesario cuestionar su costo, accesibilidad y eficacia a largo plazo. La verdadera clave para enfrentar la obesidad sigue estando en la prevención, promoviendo una alimentación equilibrada y la actividad física regular desde la infancia”, comentó al respecto.
El rol de la educación y las políticas públicas
Uno de los mayores desafíos para los profesionales de la salud es movilizar a la población hacia estilos de vida sostenibles. Para ello, es crucial implementar estrategias efectivas desde las primeras etapas del ciclo escolar, incorporando asignaturas de educación en salud que fomenten hábitos saludables. Solo a través de educación y políticas públicas adecuadas podremos aspirar a un futuro en el que la obesidad deje de ser una pandemia y se convierta en un problema prevenible y manejable.
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