La diversidad como narrativa en el entretenimiento infantil

image Yusef Hadi Manríquez

Director de carrera de Publicidad

Universidad Andrés Bello, Concepción

Además de la gran producción de contenidos para adultos, la conquista del público infantil es un frente estratégico para las plataformas de streaming y en este terreno la diversidad se ha convertido en un valor diferencial cada vez más demandado.

Un análisis de Parrot Analytics para la publicación especializada Kidscreenen en Estados Unidos reveló que la solicitud de series infantiles que incluyan diversidad en sus tramas aumentó un 58% en el último año. No es una cifra anecdótica: es un síntoma cultural.

Durante las últimas décadas, muchos niños crecieron frente a pantallas que representaban un mundo reducido a un molde único: familias heteronormadas, personajes mayoritariamente blancos con historias que rara vez reflejaban la gran multiplicidad de realidades sociales.

Hoy, sin embargo, esa narrativa se ve insuficiente para una generación que convive con amigos de distintas etnias, religiones, orientaciones sexuales y contextos familiares. Y lo que ocurre en sus vidas, inevitablemente, exige estar también en la pantalla.

La pandemia, con el confinamiento y la sobreexposición a contenidos digitales, aceleró este fenómeno. Muchas familias buscaron series que no solo entretuvieran, sino que también educaran con valores y acompañaran a los niños en su comprensión del mundo. Aquí surge la gran clave: la inclusión no es un “extra” ni un gesto políticamente correcto, es parte de la realidad. Invisibilizarla es tan artificial como dibujar un cielo sin nubes.

Creo al afirmar que la publicidad entendió esta urgencia antes que muchos otros sectores: marcas globales han apostado en sus campañas por mostrar diversidad de cuerpos, identidades y culturas, porque saben que eso genera identificación y pertenencia. Los videojuegos, por su parte, también han abierto un camino con personajes no binarios, protagonistas femeninas poderosas y narrativas que escapan al estereotipo. El entretenimiento infantil no puede quedarse atrás: debe asumir la diversidad como una herramienta creativa y ética.

No se trata de imponer agendas, sino de ofrecer espejos. Un niño con discapacidad que se ve reflejado en un héroe animado, una niña que descubre que las princesas no tienen por qué esperar a ser rescatadas, un adolescente que encuentra en un personaje gay, por ejemplo, una validación de su propia identidad: esos momentos de identificación son semillas de empatía y autoestima.

Hoy más que nunca las plataformas de streaming están entendiendo que el futuro no es solo entretener, sino educar en la empatía a través de relatos más inclusivos. Si la demanda en EE. UU. ya crece un 58%, no pasará mucho antes de que esa ola se expanda al resto del mundo.

La verdadera discusión por el público infantil no se librará en efectos especiales, sino en la capacidad de narrar un mundo que se parezca al real: complejo, diverso, y mucho más interesante que cualquier cliché del pasado.

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