Estudio de la Universidad Andrés Bello revela baja percepción de riesgo y desconocimiento de métodos de detección, pese a que el 93% reconoce la importancia del examen.
Un reciente estudio de la Universidad Andrés Bello reveló que la baja percepción de riesgo, el desconocimiento de cómo acceder a las pruebas y la falta de información sobre las opciones de detección son los principales factores que influyen en que un alto porcentaje de jóvenes de 18 a 25 años en Viña del Mar no se realice el test de VIH.
La investigación, desarrollada en la Escuela de Obstetricia de la sede Viña del Mar, encuestó a 388 personas residentes en la comuna. Los resultados muestran que el 58% de jóvenes de la denominada “ciudad jardín” no sabe como acceder al test de VIH.
Otra conclusión es que, si bien el 93,6% reconoce la importancia del examen, un 42,7% nunca lo ha realizado. Entre las razones más frecuentes destacan “no creer relevante tomárselo” (30,5%), “no preocuparse por conocer el resultado” (18,5%) y “no saber que existe el test rápido” (14,5%).
El test rápido constituye la herramienta diagnóstica de mayor difusión poblacional debido a su accesibilidad y facilidad de aplicación. En contraste, la prueba ELISA posee un alcance más restringido, dado que su realización se circunscribe al ámbito clínico.
Además, el 63,5% de los encuestados sabe dónde realizarse la prueba, lo que deja una brecha importante de acceso en más de un tercio de la muestra. Además, el desconocimiento sobre métodos preventivos como la profilaxis preexposición (PrEP) evidencia la necesidad de reforzar la educación sexual y la difusión de herramientas disponibles.
Paula Muñoz, académica de Obstetricia UNAB en la sede Viña del Mar y quien lideró este estudio, en conjunto con la profesora Daniela Araneda, afirmó que, “como matrona, estoy convencida de que la lucha contra el VIH empieza en la educación y la prevención. En la atención primaria tenemos la oportunidad de informar, acompañar y detectar de forma temprana, lo que permite iniciar tratamientos a tiempo y reducir la transmisión hasta niveles indetectables”.
Asimismo aseguró que “no basta con atender: necesitamos investigar y trabajar junto a la comunidad. Solo así lograremos romper estigmas, mejorar la adherencia a los tratamientos y garantizar una vida plena a quienes viven con VIH”.
El análisis también identificó que quienes pertenecen a carreras del área de la salud presentan un mayor nivel de conocimiento y acceso a la prueba, mientras que en otros grupos persiste la desinformación sobre vías de transmisión y medidas preventivas. Esto sugiere que las intervenciones deben adaptarse a distintos perfiles, priorizando a quienes tienen menos exposición a contenidos sobre VIH.
Además, la investigación advierte que la percepción errónea de que VIH y SIDA son lo mismo —presente en uno de cada cinco encuestados— puede generar miedo injustificado, retrasar la realización del test y afectar la adherencia a tratamientos. Abordar estas confusiones conceptuales, junto con garantizar entornos libres de discriminación, es clave para fomentar la pesquisa temprana y disminuir la transmisión del virus.
Un dato alarmante que destaca la investigación es que uno de cada siete encuestados cree erróneamente que métodos anticonceptivos como pastillas o dispositivos intrauterinos previenen el VIH, lo que evidencia una confusión crítica entre prevención de embarazo y prevención de infecciones de transmisión sexual, y refuerza la necesidad de una educación sexual integral.
El estudio concluye que mejorar la cobertura y la información sobre el test de VIH, junto con garantizar la confidencialidad y accesibilidad del examen, es fundamental para promover un diagnóstico precoz, prevenir la transmisión y resguardar la salud sexual y reproductiva de la población joven.
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