Lo que la sociedad le debe a sus aulas

Carmen Gloria Garrido UNABLa violencia que irrumpe en las escuelas no es solo un problema educativo. Es el síntoma de una fractura social más profunda: la desvinculación progresiva entre la escuela y la sociedad que debería sostenerla.

Durante años hemos exigido a la escuela que repara lo que la sociedad misma no se atreve a mirar: la desigualdad, la violencia estructural, el quiebre del lazo comunitario, la precariedad afectiva, la lógica del consumo. Le pedimos que forme ciudadanos críticos, pero la rodeamos de discursos que la instrumentalizan, la tecnifican y la juzgan bajo la lógica del mercado. Le exigimos todo, y le devolvemos poco.

La autoridad pedagógica no se construye en el vacío. Necesita cuestiones concretas en una sociedad en crisis. Necesita una estructura básica de profesores por aula, estructuras colaborativas dentro de las escuelas. Equipos docentes con tiempo y condiciones reales para planificar, conversar, acompañar, pensar en conjunto. Comunidades educativas donde la autoridad se construye entre pares y, sin duda, un marco político y ético que le otorgue sentido. Y ese marco no puede venir solo del interior del sistema educativo: tiene que ser construido colectivamente, con el compromiso activo de las familias, de los medios, de los territorios, de las instituciones públicas, de la cultura. La escuela no puede ser el único espacio donde se defiende la democracia, el respeto o la empatía.

La pregunta ya no es solo qué necesita el profesor para enseñar, sino qué necesita la escuela de su sociedad para seguir siendo escuela. ¿Puede una escuela educar en la escucha si está rodeada si la sociedad no escucha? ¿Puede enseñar la justicia si convive con la impunidad? ¿Puede formar sujetos atentos si está sometida al rendimiento y al control?

Dra. Carmen Gloria Garrido F.

Directora Escuela de Educación U. Andrés Bello

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