Luego de la aprobación del proyecto que restringe el uso de celulares en colegios, por parte de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, el debate entre familias, educadores y estudiantes ha ido en ascenso.
Atravesamos una época donde la tecnología digital es parte importante de nuestras vidas, llevamos nuestro celular con nosotros cada día como la billetera o las llaves. En Chile, según la Subsecretaría de Telecomunicaciones en abril de este año, contamos con 26.7 millones de celulares, de los cuales 4.5 millones se encuentran conectados a internet móvil.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, los niños, niñas y adolescentes (NNA), deben ser expuestos de manera gradual al uso de celulares. De 2 a 4 años, ya podrían acceder a una hora de pantalla a la semana y luego de los 5 años podrían aumentar, pero bajo supervisión de un adulto que pueda interactuar y supervisar el uso del celular. Mientras que, de los 12 a 17 años se considera que los jóvenes cuentan con mayor criterio para procesar la información.
En este escenario, algunos establecimientos educativos han optado por prohibir su uso en la sala de clases y en algunos casos, incluso recreos. Esto ha generado disputas entre quienes defienden el uso de los dispositivos celulares y otros que aprueban la medida de restricción, como es el caso de un proyecto de ley recientemente aprobado por la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados y que regula el uso adecuado de dispositivos digitales en recintos educativo.
En relación al tema, la Directora del Área de Educación del IP-CFT Santo Tomás Santiago Centro, Carolina Cartes Matus, señala que “como toda medida nueva va a afectar y se debe contar con un compromiso familiar y de la sociedad. El ambiente de aprendizaje de la sala de clases es una representación del mundo real, donde intentamos controlar algunas variables para mejorar este espacio.”
“Positivamente podemos aumentar los niveles de atención, y participación, disponibilidad a actividades motoras y lúdicas, mayor contacto en términos social y relaciones humanas más profundas”, explicó Cartes. Sin embargo, realizar esta prohibición puede causar reacciones negativas, debido a los altos niveles de uso que se le da al celular y la dependencia que tenga cada estudiante.
“Lo ideal es hacer una baja paulatina para permitir ir cambiando una actividad virtual por otra presencial. Si queremos quitar un estímulo tan potente como es el celular debemos convocar con actividades innovadoras y desafiantes a los distintos niveles educativos”, afirma la especialista.
Asimismo, Cartes enfatiza en los desafíos que trae para el personal escolar, como profesores, ya que deberán anticipar situaciones de contención: “para mal humor, actitudes desafiantes y diferentes etapas de aceptación de la nueva normativa”.
“Lo importante es tener una actitud comprensiva de lo que significa para los niños y adolescentes perder el celular y la significancia de ese aparato en sus vidas”, señala la directora.
Con esta resolución normativa, más que restringir los celulares se intenta buscar una mediación de su uso en los lugares donde se requiere mayor atención y presencia. Por ello, el desafío no es exclusivo del entorno educativo, sino que incluye a las familias y el entorno social en general, recuperando espacios para compartir.
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