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Desde la Universidad Austral de Chile analizan los desafíos en el marco del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que Naciones Unidas conmemora hoy 17 de junio.
Al respecto, la Dra. Dorota Dec, académica del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias UACh, explicó que “los suelos almacenan, filtran y conducen el agua en los ecosistemas terrestres, que es una de las funciones ecosistémicas importantes no sólo desde el punto de vista agrícola, ya que afecta todos los ámbitos de nuestra vida».
“En el caso de suelos, algunos de ellos, como por ejemplo los suelos orgánicos, pueden almacenar más del 50% de su peso en agua, aspecto que toma gran relevancia frente a los efectos de cambio climático y el gran porcentaje de suelo degradado a nivel mundial. Según UNESCO y FAO, la degradación, que incluye sequía y desertificación, afecta al 40% del suelo mundial y al 76% de la superficie terrestre de nuestro según la Fundación Chile”, agregó.
Este es a la vez muy frágil y no renovable en la escala humana, por lo que “para evitar la pérdida de las funciones ecosistémicas, su posterior degradación, erosión y finalmente la desertificación del ecosistema, es necesario tomar conciencia sobre la importancia de cuidar el suelo, ya que ello permite combatir la desertificación, la sequía y los efectos del cambio climático”, puntualizó la Dra. Dic.
Por su parte, el Dr. Duncan Christie, académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales UACh, señala que «la conservación de bosques, formaciones xerofíticas, turberas y otros humedales, todo ello contribuye a soluciones basadas en la naturaleza no solo para la conservación de la biodiversadad que albergan estos ecosistemas, sino que también para la conservación y mantención de los recursos hídricos, la captura de carbono, y una serie de servicios que brindan los ecosistemas».
Centro de Humedales UACh
El Director ejecutivo Centro de Humedales Río Cruces UACh, Dr. Ignacio Rodríguez, menciona que están trabajando en dos líneas que son relevantes para esta discusión. La primera, es aumentar el conocimiento y la relevancia que tienen los sistemas de humedales en todos sus tipos, desde salares, lagunas, ríos, lagos, costas, albúferas, pantanos, turberas y hualves etc., para el manejo del agua dentro del ciclo hidrológico.
La segunda línea de trabajo tiene que ver con la ecohidrología. Recientemente CEHUM ha sido reconocido como uno de los sitios demostrativos en ecohidrología por parte de la UNESCO a raíz de su contribución en investigación y acciones concretas en este sentido. Explica que “el programa de ecohidrología de la UNESCO destaca la importancia de una regulación dual del ciclo del agua, donde intervienen tanto factores físicos como biológicos. No solo la atmósfera y el alivio influyen en el clima, sino también los seres vivos que participan activamente en el ciclo hidrológico. Esta visión reconoce que la vegetación es clave para movilizar el agua de vuelta a la atmósfera y la generación de lluvias. Todo esto subraya la necesidad de conservar y restaurar humedales”.
Desafío planetario
Más de la mitad del PIB mundial depende de la naturaleza, por lo que una tierra sana está en la base de economías prósperas. Sin embargo, este capital natural se agota a un ritmo alarmante: cada año, un área del tamaño de Egipto se degrada, lo que provoca la pérdida de biodiversidad, aumenta el riesgo de sequía y desplaza a las comunidades. Las repercusiones son globales: desde el aumento de los precios de los alimentos hasta la inestabilidad y la migración. Nos encontramos ante uno de los retos medioambientales más acuciantes de nuestro tiempo considerando que el 40% de la superficie terrestre está degradada.
A medida que el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030 avanza, es crucial redoblar los esfuerzos para restaurar tierras a escala planetaria. Si las tendencias actuales se mantienen, será necesario restaurar 1.500 millones de hectáreas e invertir 1 billón de dólares para 2030 si queremos contrarrestar la degradación de las tierras.
Bajo el lema «Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades», la conmemoración de 2025 arroja luz sobre cómo la restauración de la base de la naturaleza – la tierra – puede crear empleos, impulsar la seguridad alimentaria e hídrica, apoyar la acción climática y crear resiliencia económica.
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