La ciudad también enseña. Que la TNE se use 24/7 todo el año no es una anécdota tarifaria: es una decisión pedagógica. El aprendizaje no cabe en el timbre de entrada; empieza en el trayecto y se afianza en la plaza. ¿De verdad creemos que educar es solo escuchar una clase? Educar es formar competencias y habilidades para la vida, y esa vida ocurre en movimiento.
La TNE 24/7 amplía el currículum más allá del aula: habilita salidas pedagógicas, visitas a bibliotecas y museos, talleres culturales y entrenamientos que enseñan disciplina y cooperación, además de estudio colaborativo en barrios donde el transporte es la primera barrera. Y abre, sobre todo, experiencias estéticas que no caben en la pizarra: asistir a un concierto para cultivar el amor por la música y aprender a escuchar en comunidad.
La evidencia internacional lo recuerda: la educación se teje en lo formal, lo no formal y lo informal; el bienestar es condición de aprendizaje. Juego, arte, deporte afinan funciones ejecutivas y empatía. Cuando una norma reduce la TNE a “motivos de estudio”, convierte al conductor en inspector y al estudiante en sospechoso. Esa arbitrariedad hiere la dignidad, desincentiva la participación cultural y ahonda desigualdades territoriales. ¿De qué sirve predicar educación integral si, al subir al bus, el mensaje práctico es: “solo te apoyo dentro de la sala”?
El ocio no compite con el estudio: lo hace posible. Una caminata ordena la mente; un partido enseña estrategia; un taller de teatro entrena la escucha; un concierto despierta sensibilidad; una tarde en el museo abre preguntas que ningún manual anticipa. Ese currículum invisible, hecho de experiencias y afectos, sostiene aprendizajes duraderos y la motivación para seguir aprendiendo.
De la noticia a la política: pasemos de la consigna a la implementación. Armonizar la normativa para asegurar el uso todo el año y a toda hora, sin condicionar el “motivo”, con una campaña nacional de información y capacitación a operadores; crear “Rutas de Aprendizaje” estivales mediante convenios entre municipios y los ministerios de Educación, Cultura y Deporte que conecten bibliotecas, museos, centros científicos, salas de concierto y espacios deportivos, priorizando a las zonas periféricas; y abrir patios culturales y clubes de estudio en enero y febrero, apoyados por una plataforma comunal que integre oferta, horarios y transporte. Transparencia y resguardo: validadores que registren rechazos y un canal público de denuncias con sanciones efectivas.
La educación que Chile necesita es holística, crítica e inclusiva. Si el objetivo es formar ciudadanía reflexiva y saludable, cuidemos los tiempos de descanso, juego y disfrute. Para aprender con rigor, necesitamos ocio con sentido. La TNE 24/7 no regala viajes; abre posibilidades. ¿Seguiremos cercando el aprendizaje al perímetro del aula? La mejor clase del año puede empezar en un bus, cuando una estudiante decide bajarse en un parque, un museo o un concierto. Que la política pública lo facilite no es un lujo: es un deber real con la educación integral que defendemos.
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