Relaciones Internacionales
Facultad de Ciencias de la Vida
Universidad Andrés Bello
La reciente decisión del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de suspender la importación de carne porcina y derivados desde España, tras la detección de Peste Porcina Africana (PPA) en jabalíes en Barcelona, vuelve a recordarnos algo esencial: las enfermedades que afectan a los animales no son problemas aislados ni están confinadas a un territorio. Son fenómenos que cruzan fronteras, generan impactos económicos, ambientales y sociales profundos, y requieren respuestas integradas. Son, en definitiva, desafíos que deben ser abordados desde el enfoque One Health (Una Salud).
Aunque la PPA no afecta a los humanos, su presencia en un país tiene efectos que se extienden mucho más allá del sector pecuario. La pérdida del estatus sanitario de España, la interrupción del comercio con terceros países y las grandes pérdidas económicas asociadas demuestran que las decisiones sanitarias nacionales se influencian mutuamente en un entramado global complejo. Para Chile, además, el impacto potencial es especialmente relevante: contamos con una de las industrias porcinas más eficientes y reconocidas del mundo, altamente exportadora y con estrictos estándares de bioseguridad, por lo que mantener el estatus de país libre de PPA es crucial tanto para la economía como para la seguridad alimentaria.
En este escenario, la decisión del SAG de suspender las importaciones desde España no es solo una medida precautoria, sino también un ejemplo concreto de cómo se aplican principios One Health en políticas públicas: decisiones que consideran la salud animal, los riesgos económicos, la cadena agroalimentaria y la interacción entre países en un sistema sanitario interdependiente. La realidad es clara: vivimos en un ecosistema internacional donde una detección al otro lado del mundo genera repercusiones inmediatas en nuestras exportaciones, en nuestras políticas públicas y en la vida de comunidades rurales.
Y es justamente ese entramado el que el enfoque One Health busca comprender y gestionar de manera articulada. Pero para enfrentar desafíos que son, por naturaleza, globales, no basta con fortalecer nuestras capacidades internas: necesitamos avanzar decididamente hacia la internacionalización de la formación profesional, particularmente de quienes deberán liderar la prevención y el control de enfermedades transfronterizas. La PPA y otras patologías emergentes evidencian que los problemas sanitarios del siglo XXI exigen veterinarios, sanitistas, investigadores y tomadores de decisiones capaces de trabajar en red, comprender normativas internacionales, anticipar riesgos globales y colaborar más allá de las fronteras físicas.
En este contexto, la internacionalización ya no implica necesariamente viajar. Hoy puede realizarse a través de tecnologías digitales, plataformas colaborativas, acceso global al conocimiento y el uso estratégico de herramientas como la inteligencia artificial. Formar profesionales con competencias globales y capacidad de articulación internacional es, por tanto, una condición esencial para proteger el sistema agroalimentario chileno y asegurar la resiliencia del país frente a amenazas que, como la PPA, se mueven con el mundo y a la velocidad del mundo
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