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Dudar no es fracasar: Por qué la elección vocacional es un proceso de aprendizaje

Es común que los estudiantes, al poco tiempo de ingresar a la universidad, se pregunten si eligieron bien su carrera. Esta inquietud puede surgir por diversas razones: expectativas poco realistas, desconexión con las materias iniciales, dificultades para adaptarse al ritmo académico o el descubrimiento de nuevos intereses.

Desde una perspectiva formativa, estas dudas son bastante esperables: la vocación no siempre se manifiesta con claridad al terminar la Enseñanza Media y comenzar la vida universitaria es un proceso que va más allá de aprender contenidos, surgiendo el descubrimiento de intereses, la exploración de habilidades y la construcción de una identidad profesional.

En muchos casos, los primeros semestres incluyen asignaturas generales que no necesariamente reflejan todo el perfil de egreso de la carrera. A esto se pueden sumar inseguridades sobre si se ha elegido el camino correcto y cuestionamientos respecto a las proyecciones laborales reales que ofrece una determinada profesión.

Por todas estas razones, si surgen dudas, es clave que quienes estudian se tomen un tiempo para reflexionar y explorar. Por ejemplo, participar en actividades extracurriculares, conversar con estudiantes de cursos más avanzados o buscar apoyo académico son acciones que pueden aportar claridad.

Además, es importante tener presente que una misma carrera puede ofrecer múltiples caminos laborales, tanto en áreas tradicionales como en ámbitos emergentes.

El rol de las familias en este proceso es fundamental: acompañar, escuchar y contener sin imponer decisiones. Las expectativas externas o la presión económica pueden aumentar la inseguridad a quienes enfrentan este proceso.

Brindar apoyo emocional y validar lo que siente el o la joven, sin minimizarlo, es esencial. Con un enfoque equilibrado y el respaldo familiar, es altamente probable que se encuentre una opción con más sentido hacia el desarrollo personal y profesional.

Si luego de un tiempo la insatisfacción persiste, cambiar de carrera no debe ser visto como un fracaso, sino como el resultado de una decisión madura y reflexiva, orientada a encontrar un camino más afín.

No olvidemos que en la vida, el aprendizaje es un proceso continuo y cada experiencia, incluso aquellas que implican un cambio, aportan al crecimiento personal. Ningún tiempo se pierde si permite conocerse mejor y avanzar hacia una elección más consciente.

Leonor Irarrázaval, psicóloga.

Directora Departamento de Ciencias Jurídicas y Sociales UTEM: Derecho, Psicología y Administración Pública.

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