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Personas mayores con sueño anormal tienen 10,9 veces más probabilidades de tener depresión

Mediante una revisión sistemática y metaanálisis de diversos estudios publicados entre 2020 y 2024, académicos de la Universidad San Sebastián identifican que la mala alimentación, sueño anormal y dependencia, son factores de riesgo sociodemográficos y de salud asociados con la depresión en adultos mayores.

Alrededor de 280 millones de personas sufren de depresión en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un problema de salud mental que se vuelve aún más relevante considerando el envejecimiento de la población, ya que se estima que para 2030, una de cada seis personas será adulto mayor. En Chile, en tanto, según el Instituto Nacional de Estadísticas en el reciente CENSO 2024, la población de personas mayores equivale al 14,0%, es decir, casi una de cada siete personas.

Con el aumento de la longevidad, académicos de la Universidad San Sebastián buscaron identificar los principales factores que pueden provocar depresión en aquellas personas que tienen 60 años o más. De esta manera, elaboraron el artículo “Factores de riesgo sociodemográficos y de salud para la depresión en adultos mayores”.

Dentro de los principales hallazgos, identificaron que el sueño anormal, la mala salud auto percibida, la desnutrición, el uso previo de antidepresivos y el consumo diario de alcohol fueron los factores de riesgo de salud más importantes para la depresión en adultos mayores. En detalle, aquellas personas mayores con sueño anormal tienen 10,9 veces más probabilidades de tener depresión, y quienes perciben su salud como mala o muy mala tienen 7,8 veces más probabilidades de desarrollar depresión.

Respecto a los principales resultados y la calidad del sueño, María Teresa Silva, académica de Medicina USS, y quien lideró este estudio, comentó que “la evidencia sugiere que la falta de sueño se asocia con dolor corporal, síntoma debilitante exacerbado con la edad en todos los seres vivos. Por otra parte, un buen sueño promueve la liberación de hormonas anabólicas, que ayudan a mejorar la masa muscular y mantener los ciclos de secreción hormonal, mientras que la falta de sueño acelera el proceso de envejecimiento”. A ello agregó que además “es probable que este factor de riesgo se vincule con otros factores sociodemográficos como la dependencia, el consumo de alcohol y la soledad, aumentando el riesgo en general”.

En relación a los factores sociodemográficos, la dependencia es el factor de riesgo más frecuente para la depresión en adultos mayores. Ser mayor de 70 años y residir en zonas rurales es el segundo factor de riesgo más significativo, aumentando en 3,84 veces la probabilidad de desarrollar depresión en comparación con quienes viven en áreas urbanas. Además, quienes no tienen ingresos tienen 3,40 veces más probabilidad por sobre los que perciben ingresos.

María Soledad Kappes, académica de Enfermería de la Universidad San Sebastián, quien es una de las autoras del informe, también señaló que “encontramos inesperadamente que la autopercepción de la mala salud se afecta con la soledad o la soltería, que también por si solos pueden llevar a la depresión. Esto refuerza el hecho de que esta enfermedad se puede ver como un resultado multifactorial de diversos factores de riesgo, que juntos pueden agravar sus efectos e incidir en la depresión”.

A juicio de las académicas es fundamental el fortalecimiento de políticas públicas que permitan establecer estrategias que apunten a los factores de riesgo en la población de adultos mayores para mejorar su calidad de vida y disminuir el riesgo de depresión.

El documento destaca una discrepancia significativa entre la prevalencia de depresión en adultos mayores estimada por la OMS, entre 5,4% a 5,8%, y los resultados del estudio, 26,9% a 41,1%. En este sentido, María Teresa Silva destaca que “estas cifras subrayan la necesidad de realizar estudios adicionales, adaptar las políticas públicas y generar espacios para el ocio, ya que la soledad es un factor clave en la prevención de la depresión. A nivel mundial, la OMS recomienda políticas de salud mental integrales, mientras que en Chile se promueven acciones intersectoriales para mejorar la salud mental de los adultos mayores, como actividades recreativas y redes de apoyo comunitario”.

Además, la alerta académica que “la diferencia en las cifras podría indicar una subestimación de los recursos necesarios para la prevención de la depresión en adultos mayores. Es crucial que las políticas públicas consideren estas variaciones para asignar adecuadamente los recursos y garantizar una atención efectiva y preventiva”.

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