Las recientes y desafortunadas palabras de una diputada de nuestra República han puesto de manifiesto la urgente necesidad de concientizar sobre la esquizofrenia, especialmente en el contexto del envejecimiento y el consiguiente riesgo de suicidio. La esquizofrenia, un trastorno psiquiátrico severo, afecta la forma en que una persona piensa, siente y se comporta, con síntomas que van desde alucinaciones y delirios hasta aplanamiento afectivo y desorganización del pensamiento.
En Chile, se estima que aproximadamente el 1% de la población enfrenta esta realidad, pero es crucial destacar que la edad de inicio puede variar significativamente. A menudo, la esquizofrenia se presenta en la juventud, pero también puede manifestarse por primera vez en la vejez, lo que puede resultar en diagnósticos erróneos o confusión con otros problemas de salud en esa etapa del curso de vida.
El envejecimiento con esquizofrenia presenta desafíos adicionales. Los estudios indican una mayor prevalencia de enfermedades crónicas como diabetes y enfermedades cardiovasculares, así como un deterioro cognitivo más pronunciado en comparación con la población general de la misma edad. Además, el riesgo de suicidio entre las personas mayores con esquizofrenia es alarmantemente alto en comparación con personas sin el diagnóstico.
Si bien se ha prestado atención al suicidio entre los jóvenes con esquizofrenia, la realidad es que las personas mayores con esta enfermedad también enfrentan un riesgo significativo. Es fundamental un enfoque multidimensional para la prevención del suicidio, que incluya conciencia y educación en la comunidad médica y entre cuidadores, así como programas de detección temprana y apoyo emocional y social.
Es importante resaltar que la estigmatización y la discriminación asociadas con la esquizofrenia pueden exacerbar estos desafíos. Combatir el estigma es esencial para garantizar que las personas mayores con esquizofrenia reciban el apoyo y la comprensión que merecen, y para fomentar un entorno en el que puedan buscar ayuda sin temor al juicio o la discriminación.
En resumen, la esquizofrenia en personas mayores es una realidad compleja que requiere una atención y comprensión especializadas. La intersección entre la esquizofrenia y el riesgo de suicidio en este grupo de edad es una llamada de atención para abordar de manera proactiva la salud mental en la tercera y cuarta edad, para así garantizar que nadie sea dejada/o atrás en la lucha contra el suicidio y las enfermedades mentales. ¡Es hora de desmitificar y abordar este desafío ignorado!
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