Dentro de estas estrategias, los juegos de mesa tradicionales, como las cartas, el bingo, el dominó, el ajedrez o las damas, se destacan por su accesibilidad, valor cultural y beneficios comprobados tanto a nivel cognitivo como psicosocial.
Diversos estudios han mostrado que la práctica habitual de juegos de mesa se asocia a un menor deterioro cognitivo y demencia. “Juegos como el ajedrez y las damas, que requieren planificación, memoria de trabajo, resolución de problemas y pensamiento estratégico, se han vinculado con mejoras en funciones ejecutivas y procesos de razonamiento abstracto”, dice Nicole Maturana, terapeuta ocupacional de Acalis Montahue”.
Por otro lado, juegos como el bingo son muy efectivos en el estímulo de la atención sostenida, la percepción visual y la memoria auditiva, además de generar un ambiente grupal motivador. El bingo también se ha utilizado con éxito en intervenciones para personas con deterioro cognitivo leve o demencia leve, mejorando el estado de ánimo y la participación social.
Adicionalmente, los juegos de mesa benefician en el plano psicoemocional, ya que invitan al encuentro. La interacción que ocurre en torno a una partida de cartas o dominó favorece la comunicación, el sentido de pertenencia y la autoestima, generando conversación, risas y recuerdos. “Estos juegos tradicionales son especialmente valorados por las personas mayores por su carácter lúdico, familiar y culturalmente significativo, facilitando conexiones intergeneracionales y amistades dentro de residencias, además de sentimiento de utilidad e inclusión”, afirma la profesional de Acalis.
La participación constante en juegos de mesa ha demostrado tener un impacto en la salud mental, reduciendo síntomas depresivos y mejorando la calidad de vida de los asistentes. “En entornos institucionalizados, como establecimientos de larga estadía para adultos mayores (ELEAM), los juegos grupales cumplen una función terapéutica al reducir la apatía, el aislamiento y la inactividad, ya que permite a las personas mayores seguir aprendiendo, participando y disfrutando de momentos significativos” explica Nicole Maturana.
Algunos juegos, como las cartas, el dominó o mover fichas en el ajedrez o damas, requieren habilidades de motricidad fina y coordinación visomotriz (es la habilidad de coordinar la visión con el movimiento de las manos y el cuerpo). Estas actividades contribuyen al mantenimiento de la destreza manual, importante para funciones básicas como abotonarse la ropa o manipular utensilios. También fomentan la conciencia espacial, funciones clave que tienden a disminuir con la edad.
Dados estos beneficios, incorporar juegos de mesa de forma regular en programas de estimulación, tanto individuales como grupales, es una intervención efectiva, accesible y culturalmente significativa en el ámbito gerontológico.
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